A ver, explíquenme porque no entiendo. La mayoría queremos diálogo, estamos de acuerdo con el hecho de que es la mejor vía para solucionar los conflictos, pero para esto debe haber una verdadera «voluntad» de querer arreglar las cosas y «entenderse». Lo que estamos viendo en la práctica es todo lo contrario. El diálogo, en cada uno de sus capítulos, es una oportunidad para que el gobierno ratifique su decisión de imponerse sobre esa parte del país que pide cambios. ¿No es acaso una burla que el mismo día que se reúne la MUD con el gobierno el TSJ en la práctica suspenda la garantía de manifestación pacífica consagrada en la Constitución? ¿No resulta un insulto que en esa reunión el tema haya sido la «historia oficial» del 11 de abril? ¿No es un verdadero balde de agua fría las declaraciones de Diosdado Cabello (quien preside la comisión de la verdad) negando la posibilidad de una amnistía? Pero si ya nada sorprende por parte del régimen, lo que sí resulta inaudito es la actitud «tipo tranquila» de los representantes de la alternativa democrática. Y que conste que no estamos hablando de una patada a la mesa cosa que tal vez es lo que esté buscando el gobierno, pero un poquito de «sangre en las venas» no vendría nada mal. Visto desde fuera pareciera que los negociadores de la MUD no le han puesto ni siquiera una mala cara ¿a Maduro?… ¡Ah!, verdad, él ya no asiste a esas reuniones. Bueno, quizás les fruncieron el ceño un poquito pero no lo vimos porque a pesar que en un principio era un punto de honor aquello de la transmisión televisada también en eso cedieron.
No queremos pensar que quienes prosiguen en un diálogo en semejantes condiciones de rendición son unos «tontos útiles», porque en su mayoría los tenemos como gente inteligente y respetable, pero como mínimo se están dejando utilizar oxigenando a un régimen que cada día se empeña más y más en «parecerse igualito» a lo que resulta una especie de «mala palabra» para estos voceros de la oposición: una dictadura.
Resulta que mientras el gobierno se radicaliza más y más, la MUD cede cada vez más terreno. Lo sucedido con la decisión del TSJ es la gota que derramó el vaso para toda una colectividad que ha encontrado en la calle su forma de expresión, básicamente porque la voz de buena parte de los que considera sus líderes prefiere «guardarse» para el 15 o quizás para el 19.
¿Con una inflación que sube 4 puntos en un mes, una canasta básica en 17 mil Bs., un aumento del transporte del 40 por ciento, un próximo incremento de la gasolina, más impuestos en el panorama, una carencia de productos básicos y una parálisis de la economía, cómo no salir a protestar? La gente está harta y no se está sintiendo representada ante tanto abuso. El diálogo es necesario, pero tanta obsecuencia es, en estas circunstancias, imperdonable.
mariaisabelparraga@gmail.com
Por María Isabel Párraga
