Tiempos de grandeza

Tiempos de grandeza

La población venezolana está padeciendo una de sus crisis sociales más profundas, y a pesar de eso algunos seudolíderes, cadáveres insepultos, diría Betancourt, andan por allí dando trabajo que hacer como si fuera poco el que ya tienen los articuladores de la oposición venezolana. Oportunistas, vedettes sin muchas tablas recorridas y no pocos tarifados están empeñados, y no pocos contratados, en tratar de hacer ver que la oposición está desunida y confrontada.

 

Es cierto que en la medida en que la popularidad del gobierno se desbarranca y las oportunidades de un arrase de la oposición aumentan, en esa misma proporción, la tentación divisionista y las ínfulas de adueñarse del patio conspiran contra ese deseo mayoritario de unidad y coherencia.

 

Para los desocupados informados que nos la pasamos pendientes del acontecer nacional es probable que sobredimensionemos muchas de las imprudencias, mezquindades y hasta canalladas que tienen lugar dentro de la oposición. Pero también es cierto que el país mayoritario, el que vive metido en una cola o el que palidece cada vez que compara su ingreso con el precio de la canasta, de todos esos pujes precandidaturales o no se entera, o no son de su incumbencia.

 

Lo mismo pasa del lado del gobierno. Sus pugnas internas, si bien deben ser tratadas con sordina, so pena de ser lanzados al ostracismo o la siberiana indiferencia cupular, tampoco son objeto de las preocupaciones de las grandes mayorías del país.

 

No vamos a caer en la cursilería de señoras histericonas que entran en sofoco cuando los niños pelean en el parque o mueren de indignación cuando jóvenes lanzan unas palabrotas. La política es confrontación y aspiraciones, lucha entre diferentes intereses e intentos de imponer el propio criterio sobre el de los demás. También es acuerdo y camaradería, complementariedad de ideas y reflexiva enmienda cuando se es derrotado. Pero ante todo, y dada la dramática situación que viven los venezolanos que les ha tocado vivir este averno poschavista, la política debe ser para la oposición grandeza, desprendimiento y magnanimidad.

 

Eso es lo que están esperando los venezolanos para cuando sus opciones de cambio estén definidas. Cierre de filas alrededor de los que ganen las primarias o de aquellos que alcanzaron los consensos. Acuerdo unitario en torno a la oferta electoral y opciones de acción parlamentaria según los escenarios posibles, es decir, qué se hará si se gana la mayoría calificada, la absoluta o si seguimos en este empate en los escaños que ha hecho inoperante a la Asamblea Nacional.

 

Después del 17 de mayo, una vez definidos los candidatos de la Unidad, cualquiera que salga a desconocer los acuerdos o a cuestionar las primarias, no importa qué tan respetable haya podido ser en el pasado o qué tan oportunista e insensato sea en el presente, contará con el repudio de todos, porque entonces, ahora sí, se estará burlando de todo aquel venezolano que necesita de un cambio para tratar de seguir viviendo.

 

Las próximas semanas serán fechas para una permitida y, de ser posible, moderada confrontación entre las fracciones internas de la oposición. Los beatos del gobierno tratarán de sacar provecho de ello y, como buenos fariseos, verán la paja del ojo ajeno, mas no la viga que está en el propio, tratando con ello de hacer desesperar a una mayoría opositora harta de las esperas y dispuesta a responsabilizar al aliado de la culpa que tiene el adversario.

 

Se inicia así la campaña interna, esperemos que de ellas salga la fórmula para terminar con esta pesadilla.

 

Luis Pedro España

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