A Ricardo Talesnik,un amigo a quien conocí por casualidad.
Tengo un amigo llamado Luis Salas, creo que vive en Tenerife, pero nunca está allí porque siempre anda haciendo algo raro en algún lugar misterioso del mundo. Cuando aterriza en Venezuela nos sentamos a conversar durante horas sobre cosas inútiles pero muy útiles. Antier, en una de esas absurdas pero fascinantes reuniones, entre otras cosas, le dije que todos siempre tenemos un instante que yo he llamado El Momento Cero. Si quieren saber más sobre esta inutilidad, continúen leyendo y se darán cuenta de que en la vida también usted tiene muchos momentos ceros.
Últimamente ando preocupado porque me doy cuenta que, por temor de hablar cosas sobre el gobierno, me he convertido en una especie de Carlos Fraga pero inculto. Carlos, es un excelente comunicador y gran amigo, quien, con su enorme talento y capacidad profesional, ha sido capaz todos los días y casi a todas horas, de hablar sobre temas rarísimos, algunos que están en el ambiente pero que casi nunca profundizamos por ignorancia o miedo.
Carlos Fraga tiene mucha gente que trata de imitarlo sin el conocimiento, el estudio o su buenmozura. Imitar a Carlos Fraga es difícil, porque un sabio de verdad se puede hacer pasar por ignorante, pero un ignorante jamás podrá hacerse pasar por sabio. Le estoy dando muchas vueltas a esto y nada que escribo la esencia del artículo de hoy.
Como no he investigado ni estudiado nada como lo ha hecho mi amigo, desarrollé una teoría propia la cual, lo más seguro, es que no sirva para nada o que a nadie le interese. Confieso ser un envidioso osado más no un plagiador, sin embargo, sí soy un copión de la capacidad que tiene Carlos para encontrar extraños temas y hoy, este es mi planteamiento.
Momento Cero
Un día, cuando no existíamos, pero ya todo lo que conocemos existía, cuando nadie nos esperaba y a nadie le hacíamos falta, un hombre cualquiera se subió a un autobús y se sentó al lado de una mujer desconocida. Ellos comenzaron a hablar. Se cayeron bien. Quedaron en verse otro día y fue allí cuando se inició el momento cero para ambos. Sí. Esa pareja se enamoró, se casó y tuvo dos hijos. ¡Ellos fueron nuestros abuelos! -dirán sus nietos. Y ese fue el principio: dos personas que fortuitamente coincidieron en un autobús.
Lo anterior parece una bobería, pero, ¿qué hubiese pasado con esos dos seres a quienes el destino unió, si por ejemplo, hubiese ocurrido que el hombre sale tarde de su casa o si la mujer se hubiese sentado en los puestos de atrás del autobús?
Fíjense qué curioso, si el destino no los hubiese unido, no habría pasado nada porque cada uno de esos dos seres, seguramente, habrían encontrado a otras personas con las que se casarían. Esos descendientes no existirían y su actual esposa o esposo, si hubiesen nacido, estarían casados con alguien más. Y ellos, los nietos, que quizás leen esto, se perderían lo bueno y lo malo de la vida porque, simplemente, los abuelos no tuvieron el momento cero que les correspondía para que ellos existieran.
Así pasa también con la amistad. Siempre hubo un momento cero en la vida en la que usted no conocía a su mejor amigo o mejor amiga y, por un hecho casual, en una fiesta, un mercado o en un aeropuerto, conoce a una persona que con el tiempo será su mejor amiga o su mejor amigo. También hay gente que de pronto, sin ton ni son, le agarra arrechera a uno, eso se podría llamar momento cero negativo, pero dejemos ese tema para otro día.
Espero que mi teoría del momento cero les haya gustado y que, cuando hoy, conozcan a alguien de forma fortuita, estén muy atentos porque podría ser el día en el que se encuentren con el amor de su vida o, quizás, con su mejor amigo.
Saludos a Ricardo, a Luis Salas y a Carlos Fraga.
Claudio Nazoa