Sincero agradecimiento

Sincero agradecimiento

 

Comienza un nuevo año con nubarrones que presagian dificultades mayores que las que hemos vivido hasta ahora. Es urgente forzar un diálogo inexistente al presente porque lo primero es reconocer que el otro existe y al menos tiene una parte de razón. La reconciliación es necesaria para superar el marasmo en el que está sumido el país. La dirigencia, primeramente la oficial, tiene la obligación de oír al pueblo y cumplir con la Constitución sin las manipulaciones que ha hecho hasta el presente. La voluntad mayoritaria es la búsqueda de una salida pacífica y constitucional. Pareciera que ambas cosas están negadas por quienes tienen el poder. Es la petición del papa Francisco en su mensaje de la paz. La no violencia activa es la senda que debemos transitar todos.

 

 

 

Pero no quiero dejar pasar esta primera semana del año sin agradecer sinceramente las muchas demostraciones de cariño, cercanía y esperanza cristiana que ha despertado el nombramiento de cardenal que el papa Francisco le ha regalado a Venezuela en mi persona. Son tantas que me es imposible contestar a cada una de ellas como quisiera, personalmente. Hay más fe y credibilidad en la Iglesia de lo que muchos pretenden pensar y decir. Hay conciencia clara y en ocasiones sorprende la madurez con la que gente sencilla lo expresa. Poco a poco iremos dando cuenta a cada uno de ellos.

 

 

 

Mi reconocimiento y oración fraterna a los que en Roma, España, América del Norte y Latina, y de todas las regiones de nuestra patria me han hecho llegar sus parabienes. El recibimiento a mi llegada en La Guaira fue el primer aldabonazo para entender que la gente humilde capta muy bien los signos de los tiempos a través de los gestos que el Papa hace para la Iglesia universal. Luego en El Vigía, algo parecido. En el Táchira, la tierra de mis ancestros paternos, fue muy cálida y sentida la fe compartida y agradecida a los pies de la Virgen de la Consolación. En mi Arquidiócesis de Mérida el contacto con numerosas comunidades indican que la fe en Cristo Jesús, hecho hombre y niño como nosotros, mueve montañas. Hago mención solamente de las humildes comunidades de El Quinó, Los Corrales de Piñango, Mucutujote de Chachopo, Gavidia de Mucuchíes, Cruz Chiquita y el Rincón de la Venta, para no nombrar a los pueblos y parroquias del páramo, que visitamos pastoralmente durante los aguinaldos y días posteriores a la Navidad, bajo la protección de santa Lucía y san Benito de Palermo.

 

 

Recojo el dolor y rechazo del atentado cometido contra la comunidad de monjes trapenses situados en la vía hacia Canaguá el pasado 28 de diciembre. Un comando armado, con entrenamiento y comportamiento que indican la impunidad y protección con la que actúan, mantuvieron en vilo, vejaron y robaron a los monjes, obreros y visitantes. Los habitantes del sector donde están dos pequeños poblados, El Hato y Mocochopo, manifiestan el permanente acoso de bandas que los tienen azotados desde hace tiempo. La violencia institucionalizada es parte de la crisis que vive el país. Dios quiera, y así lo ratificamos, tenemos la convicción de que solo oyendo los gritos y lamentos del pueblo podemos avizorar tiempos mejores. Que el Señor y la Virgen nos acompañen con constancia, paciencia y coraje en la andadura de este nuevo año.

 

 

 

Baltazar Porras

 

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