Carlos Canache Mata (1927-2023), médico, abogado, político ejemplar y parlamentario, sirvió durante años como Presidente de la Cámara de Diputados de la República de Venezuela porque dentro de su amplia trayectoria pública fue destacado dirigente de Acción Democrática. Fue venezolano de temple y testigo de excepción cuando El Barcelonazo, y el estado Anzoátegui lo conoció y admiró la vez que le tocó ejercitarse allí en las alturas del magisterio.
Mientras AD disponía del poder o se activaba fuera de él nunca fui partidario ni amigo fervoroso de los adecos, pero tampoco de los copeyanos ni de ninguna otra organización política, porque he preferido siempre mantener mi libertad de pensamiento, una manera solapada o indirecta de mencionar al ego que se alimenta de nuestra personal vanidad. Cogía la acera de enfrente cuando veía venir a algún adeco o copeyano, pero nunca los consideré enemigos porque además de ser consecuentes con sus ideas, eran demócratas como yo. No sabría decir, además de mi ignorante inocencia, por qué sentía que había algo de justicia social en el marxismo y me producía cierta reticencia la poca simpatía de Betancourt, su físico ingrato y su descarrilado timbre de voz.
Pero descubrí a tiempo el andar fascistoide de los comunistas, pero no me percaté que el Techo de la Ballena, no obstante su vibrante e irreverente dadaísmo tardío y tropical, fue un movimiento políticamente equivocado y de alevosa inspiración cubana que trató despiadadamente a Rómulo Betancourt, un hombre que mantuvo en todo momento una firme conciencia democrática. Yo también he sido y seguiré siendo demócrata y asistí a los funerales de Canache Mata porque fue durante su larga vida un verdadero demócrata! Y los que son igual y decididamente demócratas como Canache y yo, sufren el despiadado autoritarismo y la alta mediocridad de un enajenado pensamiento único que de manera ilegal está cimentándose en el país.
Estuve también, acompañado de Jesús Peñalver, en el homenaje que se le rindió con motivo de su último aniversario de vida y Canache dio muestras de una memoria portentosa y en un determinado momento de su discurso me miró y mencionó mi nombre y me sentí desbordado por el privilegio. En esa oportunidad y luego, durante los funerales, fui recibido con inmerecido afecto.
Si asistí a los funerales de Román Chalbaud, mi amigo de largos años de fascinante vida cinematográfica, antes de abrazarse feroz y voluntariamente al chavismo ¿por qué no puedo unirme a los socialdemócratas venerados y decididos amigos y seguidores de Carlos Canache Mata, distanciados como muchos de nosotros del autoritarismo y los desplantes dictatoriales?
Lo que ha cambiado en mí es que a mi avanzada edad me he impuesto la obligación de borrar de mis nuevas perspectivas o apreciaciones políticas, las calificaciones de adecos o copeyanos y referirme como demócratas a los militantes de los partidos políticos tradicionales, exceptuando al Partido Comunista y a los que surjan del pantano populista.
Al imponerme esta tarea es como si dedicara lo que me queda de vida a eliminar los arrecifes en las costas y permitir que el mar, al no estrellarse contra las rocas, descubra y encuentre su propia libertad.
Rodolfo Izaguirre