Las últimas encuestas revelan que menos del 20% de los venezolanos desean que Nicolás Maduro continúe en Miraflores. Además, el madurismo ha alcanzado su punto más bajo desde que llegó al poder, con una brecha de 15 puntos por debajo de las fuerzas democráticas. Estas encuestas también muestran que la intención de voto a favor de Maduro apenas supera el 11% en valores absolutos, mientras que María Corina Machado obtiene 26%.
Por otra parte, María Corina ha despertado una oleada de apoyo que también se refleja en las encuestas. En junio, la intención de voto hacia su candidatura registraba un aumento de 110% desde febrero y 45% en comparación con el mes anterior.
Además, aquellos venezolanos que habían perdido la confianza en los líderes de las fuerzas democráticas, debido a la frustración por los fracasos anteriores en lograr un cambio en Miraflores, vuelven a albergar esperanzas para superar la angustia generada por la revolución bolivariana. Según 86% de los venezolanos, esta revolución ha traído consigo una baja calidad de vida, desesperanza, separación familiar y pobreza.
Los desafíos existenciales de la inflación, las largas filas para obtener gasolina y los continuos cortes de los servicios públicos, sumados a un salario mínimo miserable, agotan la energía diaria del venezolano y se convierten en una especie de «muro mental» aparentemente insuperable.
En este sentido, la propuesta de María Corina sobre la «dimensión existencial y espiritual» de la lucha ha logrado despertar nuevamente la emotividad en torno al qué y el por qué de una transición democrática, ordenada y solvente, en la que los sentimientos encuentran su manifestación en el pensamiento racional.
En Alemania, unos días después de la caída del muro, los alemanes occidentales reían de felicidad, anticipando el anhelado reencuentro con sus seres queridos y la reunificación de su país. Mientras tanto, en la Alemania Oriental, aquellos que habían vivido bajo el yugo opresivo del régimen soviético proclamaban con convicción que el muro nunca caería, que sería una presencia eterna en sus vidas. A pesar de que el muro se encontraba en proceso de derrumbe, para ellos, su caída resultaba inconcebible, pues se hallaba arraigado en su cultura de sumisión, impidiéndoles aceptar su inminente destino.
Ante un régimen que se ha propuesto “por las buenas y por las malas” quedarse eternamente en el poder y obstaculizar cualquier intento para impedírselo, surge siempre la misma pregunta: ¿Cómo salimos de esto? La respuesta no es otra que con ideas y propuestas nítidas, claras, diciendo la verdad, aunque sea difícil de aceptar. Que lo que crees lo creas porque lo vives como una certeza incuestionable.
La narrativa del madurismo, que proclama que está aquí para quedarse, ha creado una realidad en la que nos sentimos bloqueados, incapaces, incompetentes e inseguros, aunque en nuestro interior tengamos los recursos necesarios para enfrentarlo.
La líder de Vente Venezuela describe un camino para superar este bloqueo. En primer lugar, es crucial unir al país en torno a un propósito y una acción comunes. Luego, debemos interactuar con los aliados regionales del régimen, educándolos sobre la importancia de tener elecciones libres, justas, competitivas y verificables. A continuación, debemos emprender un proceso de negociación para lograr un cambio real, en contraposición a mantener el statu quo actual. Por último, debemos alinear a los actores con intereses en Venezuela para impulsar la recapitalización del país, generando progreso y desarrollo en el ámbito social.
En este nuevo ciclo político es fundamental consolidar la narrativa de la reunificación familiar, la derrota de Maduro y el comienzo de una transición ordenada en nuestro país, a través de la cual nuestra mente construye el autoconcepto y cómo afecta esto a las distintas dimensiones de nuestro acontecer diario. A medida que crecemos internamente, iremos transformando gradualmente el miedo en confianza. Es así como surge la verdadera magia del ser humano: crecer desde adentro para poder aportar valor no solo a nuestra propia vida, sino también a la acción colectiva.
No vivimos en un país normal. Hay hambre, represión, exilio, persecución y prisión. Se necesitará una gran fuerza para la reinstitucionalización democrática de nuestra nación. La corrupción no se erradica por consenso, ni se negocia con las mafias. Nunca se lo suelta negociando fuerza. El mejor plan del mundo tendrá que defenderse en las calles. No podemos permitirnos hacerlo a medias. Ha llegado el momento de generar cambios estructurales profundos y hacer lo que nunca se ha hecho. Dejar atrás el socialismo.
Reunificación familiar, la derrota de Maduro e inicio de la transición.
Antonio de la Cruz