Reconciliar

Reconciliar

 

Las Edades del Hombre es una fundación que está haciendo historia a través de la lectura temática del rico patrimonio artístico-religioso de las iglesias de Castilla-León. Después de recorrer todas las catedrales de la vieja meseta castellana, ha seguido en escala menor dando a conocer los tesoros escondidos en poblaciones menores, cargadas de historia, de años y de fe. En esta ocasión, la villa de Cuéllar en la provincia y diócesis de Segovia tiene su asiento la XXII edición bajo el lema “Reconciliar”. Terminado el año santo de la misericordia qué mejor que recorrer a través de las artes visuales un tema tan vasto y urgente en el mundo de hoy.

 

 

 

Tres iglesias, San Andrés, San Martín y San Esteban marcan el recorrido de la exposición. El arte mudéjar, el románico y el gótico, con los añadidos propios de los siglos siguientes le dan un sabor especial. La temática parte de la constatación de las contradicciones que han marcado la vida del hombre sobre la tierra que claman siempre por la reconciliación. Al principio, nos recuerda la biblia, en la creación Dios iba viendo que todo era bueno. Del caos surgió el orden universal que la humanidad se ha encargado de mancharla de sangre a lo largo del tiempo. Frente a la herida y el dolor de la muerte, de las guerras, del egoísmo, hemos querido poner la compasión y sembrar esperanza de futuro.

 

 

 

Un primer capítulo se titula “Ayer-Antaño”. El viejo libro de la biblia, el Génesis nos muestra la epopeya de Adán y Eva, el drama de los partos de los primeros hijos, Caín y Abel, en los que comienzan las oleadas de maldad y pecado, y junto a ellas, las oleadas de misericordia y reconciliación. Bellas pinturas y esculturas de todos los tiempos retratan las escenas. Pero Dios es más grande y su capacidad de reconciliar no tiene límites. Sentí una paz reconfortante al recorrer este primer capítulo, al verlo bajo el tamiz de la realidad de odio y muerte que se quiere sembrar en nuestra patria, y la capacidad mayor de una población ávida de paz y libertad.

 

“En figura y para ejemplo” desarrolla el segundo capítulo de la muestra. El paralelismo entre la historia sagrada de Israel y nuestra historia profana, nos abren los ojos ante las injusticias de antes que tienen expresión en el desprecio de vastos sectores de la humanidad, los pobres y excluidos. La historia de Israel, es espejo de la debilidad humana y la propuesta de reconciliación divina, que aparecen en las escenas del Éxodo con la liberación de la esclavitud del pueblo hebreo del dominio de los faraones. Aquellas cosas sucedieron en figura para escarmiento nuestro, aunque pareciera que nunca queremos experimentar en cabeza ajena, y caemos en los mismos y peores pecados de nuestros antepasados. El contraste en las imágenes entre el dolor y la sonrisa, la muerte y la belleza nos llevan de la mano a percibir la necesidad de la reconciliación que nos viene de lo alto.

 

 

“Hoy”, es el tercer capítulo en el que se nos muestra visualmente como Dios sigue ofreciendo a todos la reconciliación por medio de Jesucristo. La escena de la mujer pecadora que no sabemos cómo entró en el banquete que el fariseo ofrecía a Jesús, lleva al maestro a afirmar que porque amó mucho se le perdonan sus muchos pecados. Los pinceles de sendos artistas recrean aquellas escenas con realismo y permanente actualidad. Otras escenas de Cristo crucificado marcan los infinitos matices del amor que reconcilia. La cruz, signo de muerte se convierte en apertura a la resurrección. Estas patéticas escenas, signadas de realismo y de dolor contrastan con la imagen del buen pastor, que busca siempre la reconciliación, y ésta tiene su más bella historia en la parábola del hijo pródigo o del padre misericordioso. El hombre, todo hombre es hijo pródigo, hechizado por la tentación de separarse del Padre para vivir independientemente la propia existencia.

 

 

Cierra la exposición con el capítulo titulado “siempre”, el ministerio de la reconciliación encomendado por Dios a la Iglesia. El sacramento de la reconciliación, le da sentido al perdón y a la penitencia. Nada se consigue sin sufrimiento, ni siquiera lo pudo conseguir Jesucristo para salvarnos sin haber experimentado él también el dolor y la muerte. Una muestra de antiguas bulas e indulgencias y una foto del Papa Francisco rezando en el campo de concentración de Auscwitz ponen fin a esta hermosa y sencilla exposición que se convierte en bálsamo de gracia y coraje para ser protagonistas de la permanente reconciliación del mundo en el que vivimos con la trascendencia. Bien vale la pena contemplar a través del arte la cara oscura y la radiante de la existencia humana.

 

 

 

 Cardenal Baltazar Porras Cardozo

bepocar@gmail.com

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