Ran Ran

La primera vez que acudí a un curso de formación política tenía trece años de edad. Comparecí la mañana del primer sábado del mes de octubre de 1968 a la casa de Acción Democrática de San Juan de Los Morros, ubicada en las adyacencias del mercado municipal del pueblo. Llegue a las 8 am, tal como se nos había indicado. Firme la planilla de asistentes y me entregaron una credencial que me hizo sentir importante. También me dotaron de una carpeta contentiva de la tesis política de AD, la letra del himno Adelante a Luchar Milicianos de la autoría del poeta Andrés Eloy Blanco y unos folletos con algunos artículos escritos por lideres de la región, entre los que recuerdo a Ricardo Montilla y Alberto Turupial.

 

Así fueron mis primeros pasos en la juventud adeista de la mano de Rafael Ángel Marín Jaén, a quien llamábamos RanRan. Fue el liceo Juan Germán Roscio el epicentro de nuestro despegue para sumir la disciplina política con la pasión que nos asiste hasta el día de hoy. RanRan era una mole impetuosa que intimidaba al adversario. Su capacidad de oratoria alucinaba a la muchachada en esos días azules y de sol brillante bajo el cual nos reuníamos para escuchar a aquel líder con estampa de gurú, de carácter volcánico, a veces intolerable e irresistible, con ese par de ojos guerreros que hacían compas con su palabreo siempre en ristre, sabiéndose sagaz en su uso adecuado, pero sin presunciones ni espasmo de vanidad. Era un valiente capaz de embestir contra turbas acorazadas, empujado por ese coraje, a veces fiero, que lo enceguecía impidiéndole mirar ni reparar que se exponía a la peor suerte.

 

Todos esos episodios y recuerdos están congelados en mi memoria y por eso me quedo-hoy que se nos marcha de esta vida terrenal-con la imagen santurrona de aquel joven retaco, cruzado de escrúpulos de pudor, que lucía y prometía ser, desde entonces, como un resurrecto de la vieja guardia adeca.

 

Al enterarme de su muerte lo lloro en este penitente exilio, redimiendo de algún modo la lejanía que imponen los océanos y las distancias que producen las diatribas políticas. Lo recuerdo con ese protuberante abdomen que monopolizaba su cuerpo, pero que no impedía que fuera inusitadamente ágil. Rememoro esos discursos acoplados con el dramatismo rimbombante y ese tono enfático con el que exponía sus ideas. Le agradezco que haya sido mí andadera para dar los pininos aurorales de mi carrera política. Hoy, reunidos en familia, junto a Mitzy, pedimos por su eterno descanso. Lo esperan en el cielo su padre Bartolomé, también de genio y severidad imposible como su vástago y su tío Joel, un remanso de convivencia espiritual. Para su viuda Antonietta, sus hijos: Rafael, María Antonietta y Marianita; hermanos, demás familiares e innumerables amigos y compañeros, nuestras mas sinceras palabras de solidaridad y condolencias.

 

Antonio y Mitzy Capriles de Ledezma.

Desde el exilio, Madrid, 4 de julio de 2024.

Comparte esta noticia:

Contáctanos

Envíe sus comentarios, informaciones, preguntas, dudas y síguenos en nuestras redes sociales

Publicidad

Si desea obtener información acerca de
cómo publicar con nosotros puedes Escríbirnos

Nuestro Boletín de noticias

Suscríbase a nuestro boletín y le enviaremos por correo electrónico las últimas publicaciones.