La muerte del Dr. Ramón J. Velásquez constituye para su familia un gran pesar, una ausencia dolorosa del hogar que formó con Regina Betancourt y sus cuatro hijos
La muerte del Dr. Ramón J. Velásquez constituye para su familia un gran pesar, una ausencia dolorosa del hogar que formó con Regina Betancourt y sus cuatro hijos, y para Venezuela la pérdida de un ciudadano ejemplar por sus valores éticos, morales, políticos e intelectuales.
Formado en un hogar de maestros y periodistas, Ramón J. Velásquez, decide viajar de San Cristóbal a Caracas a terminar estudios de bachillerato en el liceo Andrés Bello y abrirse camino hacia la Universidad, el periodismo, la historia y la política de su tiempo Después de un largo y penoso viaje que dura cuatro días en autobús por una carretera de tierra, continuará realizando el periodismo liceísta que había ejercido en el liceo Simón Bolívar de San Cristóbal; participa en reuniones con dirigentes juveniles de la Federación de Estudiantes, ingresa a la Universidad Central de Venezuela y obtiene el título de Abogado de la República y Doctor en Ciencias Políticas y Sociales, para luego asumir el cargo de redactor de temas políticos del diario Últimas Noticias, lo que le permite conocer y analizar el universo político de la era posgomecista, hasta nuestros días.
Testigo como periodista y protagonista como político de la evolución social, económica y política del país, durante más de la segunda mitad del siglo XX le tocó enfrentar momentos críticos y peligrosos de nuestra accidentada historia, especialmente en la época de la resistencia a la dictadura de Pérez Jiménez. Corredactor del Libro Negro de la Dictadura, con Simón Alberto Consalvi, José Agustín Catalá, Juan Liscano y Héctor Hurtado.
En 1956 lo detuvieron y estuvo preso en la cárcel de Ciudad Bolívar hasta el 23 de enero, cuando cayó el dictador. Su imagen es histórica, pero también de leyenda. En un pequeño calabozo de la cárcel de Ciudad Bolívar, donde estábamos secuestrados por la dictadura del general Pérez Jiménez, en 1957, algunos jóvenes que le acompañábamos le oíamos narrar, de memoria, gran parte de la historia republicana de Venezuela. Entre el análisis de nuestro acontecer político y la anécdota oportuna, no solo disfrutábamos de su extraordinaria cátedra, sino que también nos olvidábamos por algunas horas del aislamiento, del encierro y de la amenaza del cabo de presos que peinilla en mano llamaba a cualquier hora a formar fila para pasar lista de los detenidos. Don Ramón siempre preservó su serenidad y fortaleza espiritual.
Juan Páez Ávila
Periodista / Prof. universitario
Leer más en: http://www.ultimasnoticias.com.ve/opinion/firmas/juan-paez-avila/ramon-j–velasquez–i-.aspx#ixzz36DGP7g00