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Que será terrible, dicen

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Que será terrible, dicen

Cada vez más frecuentes en Venezuela son las campañas de recaudación de fondos para costear la enfermedad de un intelectual, profesor universitario, trabajador de todas las horas, cuyos pares en cualquier otro país (no tiene que ser del mundo desarrollado, quedémonos en México, Colombia, Chile o Brasil) disfrutan de una situación holgada, cónsona con el alto nivel de sus habilidades, lo prolongado y persistente de sus años de servicio y lo destacado de su figuración.

 

Otro día llega un mensaje de texto donde se avisa que una historiadora rifa unos tapetes tejidos en soles de Maracaibo, una primorosa técnica observada por poquísimas cultoras.

 

Se trata de un objeto extraordinario, una delicada urdimbre destinada a almas sensibles que pueden solazarse en el encaje que filtra la luz e intenta imitarla. Alguien ha tenido que desprenderse de ellos para juntar un dinerito… después de décadas de trabajo incansable, que hoy se diluyen como la luminosidad filtrada por el fino bolillo.

 

Muchas veces las solicitudes no encuentran respuesta porque el apelado no está en capacidad de ayudar a otros, ni siquiera en una mínima medida, porque su propio salario y medios están tan menguados que se ha visto obligado a sobrevivir gracias a la prestidigitación de las tarjetas de crédito.

 

Nuestros salarios se han evaporado. Son innumerables los recortes que hemos debido hacer para acomodarnos a la actual economía venezolana, que parece estar diseñada para castigar a la clase media y torturar con especial saña a los profesionales universitarios, reos de no ser buhoneros (no todavía).

Si la Navidad de 2013 nos ha ofrecido el impactante paisaje de unas calles desiertas al anochecer, incluso los viernes y fines de semana, incluso los días de quincena, incluso las grandes ciudades… sobre todo Caracas.

 

El año nuevo que avizoramos no traerá sino penurias y recrudecimiento de los males que ya han caído sobre nosotros en los últimos años, como son la escasez, la horrible devaluación, las colas para adquirir productos de primera necesidad, los equipos y electrodomésticos arrumbados porque no hay repuestos, la opresión que supone llevar una vida cotidiana completamente invadida por un Estado que todo lo controla, todo lo dificulta y todo lo empeora.

 

Llagamos al fin del año 2013 asediados por avisos terribles. Que la siguiente tarea del régimen será completar el arrase de los servicios privados de salud (después de haber destrozado el aparato público). Que no quedará un solo medio de comunicación fuera del poder de los voraces boliburgueses (lo que terminará de demoler el mercado laboral para los periodistas, hoy herido de muerte). Que las tiendas castigadas con la orden de “no dejar nada en los anaqueles” no podrán reponer sus inventarios, o se tardarán en hacerlo, o no lo harán del todo.

 

Que las líneas aéreas se irán de Venezuela, con lo que no solo quedará muy limitada nuestra posibilidad de salir del territorio, sino que nuestros familiares que marcharon a la emigración no podrán venir.

 

Que la inflación seguirá aumentando, al tiempo que la oferta seguirá cayendo con el consecuente énfasis de la escasez y la aparición de mercados negros. Que cada vez habrá menos bienes importados y, si tomamos en cuenta que absolutamente todo debe adquirirse en mercados extranjeros, la perspectiva es más que sombría.

 

Que Venezuela sigue el camino de Zimbabue, dice José Guerra, porque se están aplicando las mismas políticas que convirtieron a ese pobre país en el epítome del desastre económico; básicamente, imprimir dinero sin respaldo para financiar el déficit fiscal, como se viene haciendo aquí, pero también perseguir a los productores locales y arrebatarles sus propiedades para transferirlas al Estado, que en todos los casos las arruina.

 

Que vamos a tener un primer trimestre en 2014 bastante malo en inventarios de productos, escasez e inflación, dice Jorge Roig, presidente de la Fedecámaras, quien se caracteriza por su sobriedad y por su talante positivo. Que Venezuela va directo a la hiperinflación, dice la prensa española.

 

Que el gobierno nos está llevando por un camino muy viejo y conocido, que va a dar al barranco del desastre económico, del que, por lo general, toma décadas recuperarse: el camino de la hiperinflación, dice la revista Forbes México.

 

Este es el espíritu de fin de año. Venezolano que albergue alguna esperanza es un tonto o es un subversivo.

 Milagros Socorro

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