¡Que se quede Jacqueline!

¡Que se quede Jacqueline!

Hay muchas maneras de contar la historia y diversos ángulos para abordar los hechos que marcan la evolución de las sociedades.

 

Pero en todo caso priva una exigencia fundamental: la objetividad, la relación exacta entre lo ocurrido y lo narrado, incluso en la interpretación más laxa y subjetiva. Rafael Simón Jiménez, político, académico, ex parlamentario y desde niño vinculado a los avatares de la política en sus expresiones más riesgosas, viene incursionando en la investigación de hechos decisivos en la vida venezolana.

 

De ese empeño han surgido numerosos textos: las reelecciones, los fraudes, los altibajos de la política exterior y, más recientemente, un denso trabajo sobre la transición posgomecista en el cual se da cuenta del enfrentamiento entre López Contreras y Medina Angarita, que condujo a la fractura histórica del 18 de Octubre de 1945.

 

Jiménez ha alimentado también su vocación de cronista con numerosos episodios, algunos de ellos vividos por él y otros transmitidos a lo largo de los años por sus protagonistas.

 

En estos días circula Historias que hicieron historia, una compilación de anécdotas, episodios y circunstancias reflejadas en el tiempo desde la Independencia hasta el presente. Todas ellas útiles para penetrar en los secretos de la “pequeña historia” que, como se sabe, es el principal elemento de “la gran historia”.

 

Bolívar, Morillo, Guzmán Blanco, Monagas, “el Mocho” Hernández, Castro, Gómez, “Maisanta” desfilan en una sabrosa crónica del siglo XIX. Están, por supuesto, también actores del siglo XX, como Machado, Betancourt, Escalante, Otero, Gallegos, Pérez Jiménez, Caldera, Villalba, Márquez, hasta llegar, como era inevitable, a los días de Hugo Chávez, a quien el autor tuvo la oportunidad de entusiasmar en la política en sus años de estudiante liceísta en Barinas.

 

Historias que hicieron historia ofrece a los lectores un interesante material en estos tiempos en los cuales se hace imperiosa la tarea de indagar en espacios no siempre transparentes de nuestra historia.

 

Jiménez recuerda que el 16 de diciembre de 1961 John F. Kennedy y su esposa Jacqueline llegaron al país en una histórica gira. La bella esposa del mandatario con su estilo, modo de vestir y desbordantes simpatías había cultivado al mundo.

 

Al anunciarse la visita, “los factores de la izquierda insurreccional desatan una embestida propagandística tendiente a repudiar la presencia en suelo venezolano del jefe del imperialismo yanqui”.

 

Las paredes de Caracas se llenaron de letreros que proclaman: ¡Fuera Kennedy! ¡Vete Kennedy! ¡Que se vaya Kennedy!, que los infaltables cultores del humor complementaron con una expresión que, luego de varios puntos suspensivos y al lado de cada pinta de repudio, señalaba: “…Pero que se quede Jacqueline”.

 

Manuel Felipe Sierra

 

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