Quizás, a esta disertación no la caracteriza la originalidad. Tampoco, la singularidad que acompaña una disertación que denote alguna diferencia que la distinga de otro abordaje temático desarrollado con base en la misma preocupación. Por tanto, este exordio descansa en algunas razones cognitivas que podrían validar la intención de esta disertación. Desde luego, no cabe duda de que la misma está mediada por la honestidad intelectual, la pedagogía de la vida y la paciencia que implica educar.
La política por dentro
Hablar sobre política, a manera de justificar su esencia en la brevedad de algunas líneas, transita por el replanteo del concepto de “política”. Pues si bien, su explicación ha ocupado la vida entera de eximios filósofos, sociólogos, epistemólogos y teóricos de la política, igualmente ha llenado gruesos libros y páginas de variados compromisos editoriales, lo cual da cuenta del tenor de su importancia.
El estudio de la política discurre desde tiempos de la Grecia Clásica. Eruditos de la talla intelectual de Platón, Aristóteles, Sócrates, entre otros, vivieron para la política. Asimismo, personajes como Thomas Hobbes, John Locke, Jean Jacques Rousseau, Nicolás Maquiavelo, Monstesquieau, Voltaire, Júrgen Habermas, Max Weber, GianFranco Pasquino, Maurice Duverger, Giovanni Sartori, Hannah Arendt, Carl Shmitt, Norberto Bobbio, Fernando Savater, procuraron lo mismo. A pesar de las distintas realidades vividas.
Del desconocimiento de la política
El desconocimiento de la significación de la política, dada las implicaciones y relaciones que comprometen su dimensión cognoscitiva ante las realidades más desnudas posibles, es abismal. Es justo el problema que esta disertación quiere resolver. Más, cuando hay operadores y activistas de ideologías políticas que trajinan sobre el terreno de la política sin saber exactamente que es el sembrado en tanto que medio sobre el cual posan sus pisadas.
Las realidades que viven estos “politiqueros de ocasión”, contrarían la poética de Antonio Machado. Ellos, lejos de actuar como el caminante “(…) que hace camino al andar (…)”, en verdad es que no hace ningún camino al andar. Sus pisadas no demarcan el camino cuando avanza. Paradójicamente, los personajes de marras son caminantes que no caminan. Por tanto, no dejan las huellas que habrían marcado las sendas que bien podrían hablar de su paso por la vida. Machado tuvo razón al escribir “(…) caminante no hay camino, sino estelas en la mar”.
Implicaciones del escepticismo
Aquello que dice que “se piensa como se vive”, más no al revés, califica la política. Más, porque la política determina la vida en toda su extensión. Fue lo que indujo a Aristóteles a inferir que el “hombre es un animal político” ya que todo lo decide la política. Principalmente, toda vez que la política atraviesa emociones. Incluso, cruza razones. Pero aún así, cuán difícil resulta convencer a un escéptico “de oficio”, que la política es la vida misma.
Un escéptico, apático o indiferente. Incrédulo por la desconfianza que lo embarga. Tal vez su condición raya con la de “inculto”. Sobre todo, cuando la ignorancia lo acoge en su regazo. O que la testarudez funge como un instrumento del cual se aprovecha la ignorancia para prenderse de la soberbia y así justificar la incapacidad que azora al escéptico para que somatice la obstinación que consume la cordura que naturalmente puede poseer. Aunque en mínima proporción.
Pero tan displicente individuo o flemático escéptico, se resiste a aceptar cualquier consideración que intente demostrar la coherencia que detenta la política toda vez que puede reconocerse como el ámbito de vida definido por el grado de necesidad y nivel de interés cuando por naturaleza humana se procuran conciliar razones con circunstancias. O, determinaciones con obligaciones y actitudes con aptitudes.
De manera que no se trata si la política cae bien en las primeras de cambios, o no. O sea, si su aplicación gusta, o no. Cae bien, o no. Si se corresponde con expectativas propias, o no. Si calza con las intenciones que trazan propuestas personales, o no. O, con las apuestas que apuntan a dirimir un objetivo deseado o esperado, o no.
La Política es la realidad
La ruta que enfrenta la comprensión, aceptación y reconocimiento de lo que la vida pueda sorprender al ser humano, obviamente es un evento dominado por la política. Por tanto, la política es la realidad misma sobre la cual descansa la sumatoria de los hechos que configuran la vida. Hasta el amor, tiene entera cabida en la acepción de política. Porque la vida es la continuidad infinita de cuantos hechos posibilitan las realidades. Debido a que actúa como factor conciliador de argumentos y expectativas.
Por donde se analice o se examine la vida, se encuentran condiciones que buscan dar con el arreglo necesario que involucra relaciones de interés o de necesidad. Por supuesto, ello es lo que sucede en el fragor de toda acción que redunde o no en favor de cualquier individuo que apueste por su situación. O que apueste a conquistar el ámbito de la vida que bien prefiera o elija.
Esto es un poco lo que esta disertación ha pretendido cuando, su prolegómeno planteó copar algunas líneas dirigidas a reconfortar un discurso que comprometa una disertación sobre cómo explicar política para escépticos.
Antonio José Monagas