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Pax venezolana

 

 

Desde hace más de 100.000 años (no exagero) el ser humano, como ser social que es, ha buscado organizarse para poder vivir en comunidad. Vivir en comunidad supone sacrificios por parte de sus miembros para que haya paz y estabilidad. Estos sacrificios básicamente significan respetar unas reglas justas que generen oportunidades de todo, para todos.

 

 

La vida en comunidad también significa una forma de vida colaborativa en donde se pueden intercambiar o comercializar bienes y servicios. El principio básico es que unos se dedican a unas cosas y otros a otras. Unos pueden producir arroz, otros caraotas, otros plátanos y otros carne para que podamos comer pabellón criollo. De ese intercambio de bienes, servicios y conocimientos la humanidad se ha interrelacionado y ha avanzado.

 

 

Hay dos formas en que el ser humano ha logrado progresar. Una de ellas se da en estado de necesidad extrema. Cuando el hombre se ve en aprietos su inagotable instinto de supervivencia desata todo su potencial. De esta forma hemos visto cómo la humanidad ha avanzado mucho en épocas de guerras. Esa competencia por prevalecer, por ganar, por sobrevivir ha sido el motor que ha impulsado muchos avances en todas las áreas de nuestro conocimiento. Sin embargo, este tipo de avances se  logra a unos costos muy altos, que suponen vidas humanas, odios desatados, daños personales y sociales que se dan cuando ocurren estos acontecimientos o conflictos que generan estos estados de necesidad en los seres humanos. No obstante, hay una forma menos traumática en que la humanidad ha logrado avanzar. Esta es la que se da cuando en un grupo, sociedad o país hay unas reglas de juego claras y justas que todos reconocen y respetan, un sistema que hace respetar estas reglas, trayendo como consecuencia paz y estabilidad. Los mayores aliados del progreso son justamente la paz y estabilidad. Cuando esto ocurre el ser humano enfoca su inmensa capacidad en avanzar. De esta forma hay países que han sacado a millones de personas de la pobreza, se han logrado significativos avances científicos y se han producido los mayores niveles de bienestar que este planeta haya conocido, sin los costos humanos y sociales que se pagan en el estado de necesidad.

 

 

Una de las cosas más importantes que se debe hacer entre los miembros de una comunidad es la organización de las instituciones que regirán esa comunidad (el Estado) y la forma de gobierno del mismo. Esto también puede realizarse de dos maneras. La primera es imponerlo. Uno o varios miembros del grupo se organizan para imponerse sobre todos los demás. Imponen sus reglas, sus formas de gobierno, su visión de las cosas y utilizan la fuerza, el miedo y la opresión para mantenerse en el poder. Esto ha funcionado en ocasiones por algunos períodos a veces largos y otras veces muy cortos, pero siempre produce venganzas, rebeliones y cuantiosos costos humanos. Cuando los oprimidos triunfan, normalmente se organiza un grupo de ellos para someter a quienes antes los oprimían; y este proceso se ha repetido numerosas veces dando como resultado gran inestabilidad que afecta de manera directa el proceso de bienestar arriba mencionado.

 

 

De esta forma se entendió que debe haber otra forma de lograr el establecimiento del Estado y una forma de gobierno que mejore las condiciones para que no se afecte la paz y la estabilidad, porque si estas son afectadas, todos se ven perjudicados. De esta forma llegan las “nuevas” formas de organizar el Estado y conformar gobiernos que tienen tan solo alrededor de 300 años, algo que no es nada si los comparamos con los más de 100.000 años que tiene la humanidad. Esa nueva forma se da a través de instituciones que representan a los ciudadanos en donde se llegan a acuerdos para elaborar las reglas de juego que todos respetan para conformar el Estado y los sucesivos gobiernos, además de conformar instituciones para hacer respetar dichas reglas de juego.

 

 

Cuando se contrasta todo esto con la historia venezolana se evidencia claramente que Venezuela es una joven nación de tan solo doscientos años y que su período de mayor esplendor (por no decir el único) en todos los sentidos fue justamente aquel que derivó de un gran acuerdo social, de un gran pacto entre los principales representantes de la sociedad agrupados en partidos políticos que duró cuarenta años y que precedió al período actual. Ese acuerdo garantizó la conformación del Estado, con varios gobiernos sucesivos que llevó al país al período de mayor paz y estabilidad de su historia, lo que se tradujo en progreso y prosperidad. Tristemente algunos se olvidaron de cuidar este pacto que fue modelo en todo nuestro continente y se dedicaron a bombardearlo y a lesionar las instituciones que lo garantizaban. Posiblemente el acuerdo necesitaba actualizarse, revigorizarse y reformarse, pero jamás acabarse.

 

 

Dos décadas después Venezuela ha tenido la experiencia de lo que significa volver al pasado. A esa época en donde los avances solo se daban por el estado de necesidad del ser humano y en donde las instituciones y gobiernos se imponían a través de la fuerza y la violencia.

 

 

Hoy más que nunca el país reclama un nuevo pacto social. No se trata solo de una Constitución, esa ya la tenemos pero no se cumple. Deben ser unas reglas de juego claras que garanticen que se cumpla esta u otra Constitución. Un límite a los que circunstancialmente tengan el poder. Un gran acuerdo que genere la paz y la estabilidad necesarias para que los venezolanos podamos desarrollar nuestro inmenso potencial. Un acuerdo que respete a todos los sectores, sin exclusión, para refundar el Estado y contar con instituciones que cumplan verdaderamente su razón de ser.

 

 

Este proceso conviene a todos y debe iniciar cuanto antes. No se dará sin traumas, ni sin concesiones. Dependerá de personas honestas resueltas a llegar a acuerdos con el objetivo central de sacar adelante a Venezuela. El país no puede seguir debajo de ningún interés particular, ni podemos seguir viendo cómo nuestros compatriotas padecen las peores penurias por falta de alimentación, servicios públicos, poder adquisitivo y moral. Este proceso necesario salvará vidas, reunirá familias de nuevo y generará la paz y la estabilidad necesarias para que el ciudadano pueda trabajar y vivir con dignidad en un país de instituciones sólidas que produzcan lo que nuestro Libertador llamó: “La mayor suma de felicidad para todos”. Esa será la pax venezolana.

 

 

Elías Sayegh

 

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