Para lo profundo…

Para lo profundo…

Como espectáculo: muy bien. Se acaparó la atención. Jamás una cadena tuvo tanta audiencia. El efecto «debate» se dio a cabalidad. Si alguien tenía dudas de las dos versiones de país quedaron totalmente claras. El eterno dilema de «civilización» y «barbarie» que tantas páginas de nuestra historia y literatura han ocupado nuevamente se expresaron ante los ojos de los venezolanos, pero sobre todo de los «testigos de buena fe» de la Unasur quienes a pesar de todos los nexos con sus amigos del gobierno bien sea por intereses crematísticos o por nexos ideológicos tenían en su mayoría caras de «¡qué pena con estos panas!». Lo que se ha dicho: los voceros de la MUD se distribuyeron las tareas, fueron con las ideas claras y reivindicaron a todos, incluso, al no dejarse mangonear por las impertinencias del teniente-capitán. Quedó clarísimo que esto es un «desastre» en cuanto a gestión de gobierno y que el modelo socialista que proponen nos ha traído hasta este cuadro de ser de los países con mayor inflación y como la segunda nación más violenta del mundo según el último informe de Oficina de la ONU contra la droga y el delito, al tener una tasa de homicidios de 53,7 por cada 100 mil habitantes publicada por este diario el pasado viernes.

 

Sin embargo, hay cosas en la puesta escénica que dejan claro que el régimen manejó todo a su favor. La «golilla» del monólogo de Maduro al principio no tiene justificación, la participación de un vocero de los Tupamaros es una cachetada para las víctimas de estos días de protesta y licencia para la violencia de los grupos paramilitares que han actuado como los «camisas pardas» de estos tiempos, incluso al final del performance cuando ya la mayoría había sucumbido por el sueño, Maduro los volvió a reivindicar pidiendo que no los satanizaran. El debate se dio bajo las condiciones del gobierno, en su patio y con un manejo de la agenda que «minimizó», por lo tarde, la muy buena intervención de Capriles quien le dijo finalmente a «Nicolás» en su cara lo que todos esperábamos que hiciera el 15 de abril del año pasado.

 

Las cosas se manejaron como un gobierno que ha hecho las cosas muy mal y que- ¡caramba!- ha traspasado «un poquito» la raya amarilla poniéndose eventualmente al margen de la Constitución. Poco se habló de las torturas, detenciones arbitrarias y asesinatos de estos días. Nada se dijo de la «invasión» de los cubanos y de nuestra soberanía y toda la oposición se cuidó demasiado en los asuntos que revelan la verdadera naturaleza de esta revolución armada y nada pacífica. Allí está el detalle… Plantear un diálogo con un «pésimo gobierno» es distinto que hacerlo con un «régimen». Así las cosas el capítulo del jueves fue sólo una buena terapia que oxigenó a dos sectores pero que no se atrevió a nadar a «lo profundo»… Veremos…

 

mariaisabelparraga@gmail.com

Por María Isabel Párraga

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