En política, los nombres, las categorías y los sustantivos son no sólo predominantes, sino relevantes para la definición de la organización política, la popularidad, el impacto en la opinión, el saldo organizativo y, en fin, en la política y lo político.
En lo anterior se sintetiza el afán de sectores políticos de etiquetar, de nombrar, porque así al final determinas en el colectivo, y quien tiene el poder de dar nombre, generalmente tiene mucha influencia en el devenir de lo nombrado.
Al chavismo crítico se le ha querido “nombrar” tanto por la oposición como por el gobierno, les dicen “disidentes”, “saltatalanqueras”, “traidores”, otros a favor le llaman “alternativa”, “referente”, pero sin duda, hoy ese sector político que se deslinda de la polarización y que reacciona ante las cúpulas del Psuv y la Mud, tienen la fuerza y el derecho de auto nombrarse, tal como ha decidido hacerlo Marea Socialista, para ubicarse en la oposición al gobierno del presidente Maduro, cosa que de hecho es así, pero defendiendo el derecho por ser oposición, no tener que ubicarse en la derecha ni en la Mud, y tampoco tener que negar su origen chavista, convocando a sectores más amplios, tal como lo hizo el mismo Chávez en su momento con la clase media y sectores políticos socialdemócratas.
Para algunos es un error mantenerse “chavistas”, para otros es un error definirse de oposición, y para tantos otros es también un error definirse de izquierda, pero lo que es innegable es que la combinación de todas estas categorías describe claramente la realidad de un segmento importante y creciente en el país que entiende que romper con Chávez es un error porque sería romper con la experiencia que la gente decidió tener en estas últimas dos décadas, y que romper con el presidente Maduro es romper con la posibilidad de volver al pasado del que la mayoría sigue huyendo ya que él está hoy facilitando su restauración.
Por otra parte, hoy la mayoría del pueblo venezolano no está con el gobierno de Maduro y por tanto es de oposición, pero no por ello es traidor, y menos aún ha decidido estar con la Mud, así que es absurdo y contraproducente seguir jugando a una polarización que en algún momento tuvo un sentido ideológico claro y pertinente, pero que hoy sólo es un mecanismo maniqueo que busca justificar una pugna por el poder que no representa a las mayorías.
Por último, el estigma del socialismo hoy en Venezuela, satanizado por errores de gestión tanto de Chávez, como definitivamente de Maduro, no puede impedir que quienes no estén de acuerdo con el desastre que ha generado el capitalismo en el mundo, no tengan la posibilidad de construir una alternativa distinta, y menos aún esto puede negar a pesar de experiencias desfavorables de la pretensión fallida de construcción de modelos socialistas en el mundo, jamás en suma serán peores que las atrocidades y víctimas del capitalismo en el mundo.
Por eso, el llamado debe ser amplio, pero transparente en su origen, incluyente, y que supere los errores del pasado desde una perspectiva crítica, y debe reconocer que en democracia las diferencias se resuelven con persuasión y no con imposición, y con la legitimación que da la participación en los procesos decisorios, en pos del mayor beneficio para todos, y aún más para las mayorías en momentos de crisis.
Así que bienvenida la oposición de izquierda desde un chavismo crítico amplio y diverso, que ojalá sea el inicio de la construcción de una referencia política alternativa.
Nicmer Evans