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Olla de presión

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Olla de presión

Hasta la presente fecha, ante las críticas y preguntas sobre el destino que este régimen le ha dado a los inmensos recursos provenientes de la extensa bonanza en los precios petroleros que les ha correspondido administrar

 

Cada día se suman argumentos para demostrar el fracaso del modelo político y económico que hoy gobierna a Venezuela, cuyos líderes llaman el Socialismo del Siglo XXI, pero que no se parece en nada al socialismo democrático moderno que ha tenido éxito en otros países, ni tampoco es del Siglo XXI porque las prácticas autoritarias y centralistas que lo distinguen lo ubican en el Siglo XIX.

 

Hasta la presente fecha, ante las críticas y preguntas sobre el destino que este régimen le ha dado a los inmensos recursos provenientes de la extensa bonanza en los precios petroleros que les ha correspondido administrar, lo cual contrasta con el mal estado de la vialidad, de los hospitales, de muchas escuelas, y de la infraestructura en general, así como la caída de la producción nacional de bienes y servicios, el gobierno de manera reiterada para justificar el destino de los mismos, ha contestado que ellos le han dado mayor prioridad al gasto social con el fin de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, y para generar empleos y capacidades que les permita satisfacer sus necesidades básicas; es decir, que su preocupación principal ha sido combatir la pobreza y sus consecuencias.

 

Pero resulta que en ese campo, han surgido evidencias de que este gobierno también ha fracasado. Para sustentarlo, teniendo como fundamento cifras oficiales, lamentamos afirmar que de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística (INE), durante el segundo semestre del año 2013 en Venezuela se incorporaron 1.795.884 personas a engrosar las filas de la pobreza, al pasar del 25,4% en el segundo semestre del 2012 al 32,1% en el segundo semestre del año 2013. De la misma fuente, se desprende que el número de venezolanos que no están en capacidad de comprar los alimentos básicos, pagar servicios prioritarios como salud, educación y transporte, ya que sus ingresos son insuficientes, llegan a 9.174.142 personas. Es decir, el tamaño y la profundidad del fracaso se reflejan de manera dramática en lo social, en lo humano, y en los aspectos que le han servido al gobierno para intentar justificar el despilfarro de los recursos que ha administrado.

 

Estas circunstancias conforman una olla de presión sobre la realidad económica y social de la sociedad venezolana, de innegable repercusión política. El diálogo se encuentra estancado porque el gobierno no cumple con lo que se acuerda. El pueblo los observa.

 

Omar Barboza

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