El miércoles 19 de junio de 2013, un grupo de encapuchados cometió un acto de barbarie contra la Universidad Central de Venezuela al quemar dos autobuses, uno de ellos frente a la Plaza del Rectorado.
Eso provocó el daño a una escultura del maestro Oswaldo Vigas, única en el mundo, además de averiar estructuras de concreto del recinto universitario. Más que el agravio físico hirieron el alma de la universidad.
Esta es la agresión número 32 que en cuatro años recibe la UCV por parte de patotas armadas. Esos grupos paramilitares actúan con la impunidad de quien se siente protegido por el poder para cometer sus fechorías. Esta vez actuaron con máscaras, pistola en mano y procedieron a la agresión.
¿Quién les proporciona a esas bandas pistolas automáticas cuando estas deben tener un control de los organismos de seguridad del Estado? La fiscal general Luisa Ortega Díaz, para cumplir el ritual de las apariencias, comisionó a una fiscal para que se encargue de las averiguaciones, lo mismo que ha hecho en los actos vandálicos de años anteriores sin que hasta ahora se haya apresado a los agresores. ¿Por cuál razón ha sido tan ineficiente la Fiscalía en investigar y sancionar a los delincuentes que atacan y destrozan la UCV? Alguna influencia al más alto poder deben tener los agresores por cuanto en episodios anteriores actuaron con las caras descubiertas y nada ha pasado.
Al ocurrir el acto vandálico, el ministro de Interiores, general Rodríguez Torres, en lugar de condenar el terrorismo contra la UCV, acusó al movimiento estudiantil de querer tumbar el Gobierno. Ello envalentona a las bandas armadas que se sienten con licencia para seguir con sus actos atroces en contra la universidad.
Cuando Chávez era nadie, al salir de la cárcel, la UCV le abrió los brazos y lo acogió; hoy, sus seguidores la agreden. ¿Qué mal le habrá hecho la UCV a Jorge Rodríguez, graduado de médico; a Ernesto Villegas, graduado de periodista; a Gabriela Ramírez, de trabajadora social; a Earle Herrera, para que destilen tanto odio contra la universidad que les dio educación de calidad y gratuita? Cuando agentes de la Disip, en 1976, asesinaron salvajemente a Jorge Rodríguez padre, su cuerpo fue velado en el mismo sitio de la UCV donde los grupos violentos profanaron la universidad. El rector de entonces, Miguel Layrisse, inclusive participó en las guardias que se montaron para homenajear al dirigente asesinado. ¡Cómo cambian las cosas, y la gente también!
Por José Guerra