Hicieron mustia la decencia. ¿Qué más le quieren saquear a Venezuela?
No se puede saquear el hastío del país frente un gobierno inútil. Desde el cuartel estaban famélicos de mando. Nunca desearon reivindicar a nadie. Nos hicieron mendigos de paz. Lo asaltaron todo y jamás pensaron compartirlo. Ultrajaron a productores y después pusieron a los pobres en su contra. Los incriminaron por no abastecer, después que ellos mismos les habían dejado las manos vacías. Planearon desvalijarnos lo básico y convertirnos en bárbaros capaces de gruñirle a otro si se atreve a desear la bolsa de harina que logramos tomar primero.
Nos robaron hasta el decoro. La ganadería, la agricultura, instituciones, lo industrial, el comercio. Con vileza, dejaron a consciencia uno que otro incauto sin tocar, para culparlo cuando el reclamo colectivo recrudeciera.
Timaron a sus votantes. Estafaron a quienes les compraron el sueño. Controlan precios, lo que se come y lo que no. Hacen agua lo que ganamos y le piden al pueblo que se vengue de quien escogieron para tapar su alevosía. Retan y logran de la gente, su elemental proceder. Los imagino talones en mesa, festejando la arremetida contra los anaqueles.
Eufóricos, jubilosos a costa de la voracidad de unos y la zozobra en los demás. Celebrando la confusión. Que se caiga facilito en la trampa de la viveza. Juguetean y ponen a prueba la dignidad. Hacen creer a un grupo que se salió con la suya. Les dan una alegría insignificante que se evaporará tan veloz, como el necio gozo de poseer un simple objeto.
Ellos saben muy bien que un televisor, no amortigua el hambre. No borra los asesinatos, las peleas a puños por una piche bolsa de leche en polvo. Pero aún así, desde Miraflores, ríen y veneran el desorden. El único artilugio en el que es pedagogo este gobierno inconsciente. Invitan a un pueblo noble a portarse mal, porque es el único patrón que necesitan instruirles para lograr sus objetivos.
Hicieron mustia la decencia. ¿Qué más le quieren saquear a Venezuela? Nos devuelve la ilusión el saber que, sin remedio, la causa real y determinante que ha hecho perder el poder a los hombres, es ser indignos de ejercerlo. Los medios callan, el gobierno distrae. Sin embargo, la dicha de un pueblo depende únicamente de ser bien gobernado. Y dijo Voltaire: «Yo conozco al pueblo, cambia en un día y, derrocha pródigamente, lo mismo su desprecio que su amor».
@carlaangola
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