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Nos estamos quedando sin genios

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Nos estamos quedando sin genios

Las últimas semanas han sido devastadoras en términos de la genialidad local y mundial. Las muertes de Simón Díaz, Gustavo Rodríguez, Mayra Alejandra, Cheo Feliciano y Gabriel García Márquez vinieron a acompañar la hilera de penosos fallecimientos que este año inauguró Mónica Spear.

 

La muerte de actrices, intelectuales, músicos y escritores no son ni más ni menos penosas que las de cualquier otra persona, pero tienen un impacto muy fuerte en la opinión pública y, sin duda, descapitalizan a una sociedad desde el punto de vista del conocimiento y la cultura.

 

Por su capacidad de desdoblar la realidad, ellos la expanden y enriquecen la esencia de los seres humanos. Con su obra y muerte nos hacen cuestionarnos la cotidianidad de nuestras vidas, y nos invitan a enfocarnos en lo esencial más que en lo accesorio. Su partida genera orfandad.

 

Al enterarse de la muerte del Gabo, ¿qué importancia real pueden tener las sandeces de Maduro? Al saber del terrible asesinato de Mónica Spear, ¿cómo no aterrarse por la cruel inseguridad a la que estamos sometidos? ¿Cómo amamantar la polarización tras la partida del tío Simón?

 

La vida y obra de estas personalidades generan identidad, sentido de pertenencia, orgullo colectivo. Un pueblo se ve resumido en las expresiones artísticas e intelectuales de sus creadores. Venezuela es telenovela y misses, pero también somos las novelas de Gallegos, los ensayos de Uslar, la música de Dudamel, Caballo Viejo, País Portátil y un fallido Acto Cultural.

 

La polarización política que vive nuestro país tiene un efecto similar al de la muerte. De un tiempo para acá vemos a nuestros artistas e intelectuales más enfrascados en defender o atacar un sistema político, que en crear piezas trascendentales.

 

El debate entre «compromiso» y arte es antiguo en nuestra América. Rubén Darío lo sintetizó en su poema «Yo soy aquel que ayer no más decía», pero en realidad este conflicto es una trampa de las circunstancias. El artista debe siempre apuntar a objetivos mayores. Además, autores como él, Brecht, Neruda o Sartre eran genios que produjeron obras cuya calidad e impacto trascendió su compromiso político.

 

Preocupa además que esta Venezuela del siglo XXI sea capaz de generar nuevos genios, cuando ni siquiera producimos lo que necesitamos para comer o vivir. La polarización política, la tendencia al pensamiento único, el éxodo de talentos, la escasa calidad de la educación y el adoctrinamiento sistemático no parecen ser una fórmula ganadora para este fin.

 

Ojalá no nos convirtamos en otra Cuba, que vive la tragedia de verse dividida y con lo mejor de su talento fuera de su tierra.

 

@rubensyanes

Por Rubens Yanes

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