Hay algo que al parecer los tiene muy preocupados: se acabó el dinero. Y no porque no tengamos recursos suficientes, sino porque estamos manteniendo «varias casas». Este «doble» o «triple frente» de ese marido guachamarón que es el gobierno venezolano con el amor puesto en Cuba y los intereses de influencia ideológica en las naciones del Alba está a punto de «colapsar» entre otras cosas porque «ya no hay cama pa’ tanta gente». ¿Cuál sería la opción lógica? Decirle a «los frentes alternos»: «yo ya no puedo más. Tengo que atender a la familia porque estoy a punto de perderla». Pero no. La opción al parecer es dejar que los propios pasen trabajo para seguir manteniendo a quienes le dan «sostén ideológico» a esta locura. Pero lo peor de todo es que esto no suena a desidia sino a un «momento cumbre» planificado para pisar el acelerador de la adaptación muy «sui géneris» del modelo cubano en el país. Ya lo decía Rafael Ramírez hace algunos días: «las crisis son revolucionarias» y en medio de este «pasticho» de comunismo con pantallas HD, seguramente tendremos la avanzada del «nuevo esquema económico» que ya se ha anunciado como realidad.
Yo sé que a estas alturas del artículo muchos estarán pensando que esto que estamos diciendo es una exageración, que eso no va a venir, que nuestro país no es Cuba y una cantidad de etcéteras tan largos como anchos, pero les proponemos este ejercicio: ubiquemos nuestra memoria hace dos años. ¿Alguna vez vimos los anaqueles tan vacíos? ¿Teníamos que hacer colas interminables para conseguir algún producto? ¿El dólar innombrable en cuánto estaba? ¿Qué podía hacer con su sueldo que ahora no puede? ¿Usted viajó? ¿Consiguió pasaje con facilidad? ¿Tenía fe en el futuro? Y la clásica: ¿pensó que no podíamos caer aún más bajo?
Así que no son buenas noticias las que traemos. En comparación con lo que estamos viviendo no estábamos tan mal. ¿Piensa que no podemos estar peor? Hay por allí mucha alma noble o ingenua que aún piensa que «eso no va a pasar, que no se atreverán».
Los hechos hablan por sí mismos. Las cosas pasan y sí se atreven. Ahora aún más con la plena vigencia de una Ley Habilitante que «sirve la mesa» para las carencias del modelo cubano.
¿Salidas? Por ahora demostrar fuerza el 8 de diciembre con una votación que «le ponga la mano en el pecho» a estos afanes totalitarios. Ese es el paso necesario. Si no se demuestra una fuerza mayoritaria podrán avanzar sin problemas hacia el escenario que ellos decidan, pero si sienten que tienen un país en frente diciéndole no al modelo que quieren implantar, tendrán el camino difícil si quieren hacer cualquier locura.
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Por María Isabel Párraga