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«Nicolás, me llamo Yendri, ayúdame»

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«Nicolás, me llamo Yendri, ayúdame»

Hasta este viernes en la tarde, Yendri Sánchez estaba preso e incomunicado en la Comunidad Penitenciaria de Coro, adonde fue llevado el 20 de abril, un día después de haber irrumpido en el acto de investidura de Nicolás Maduro como Presidente de la República. Sánchez, de 28 años, no iba armado ni hizo gesto alguno de agresividad contra Maduro. Lo que hizo fue burlar la seguridad de la Asamblea nacional, donde tenía lugar el evento, y arrojarse sobre el micrófono que usaba el cuestionado mandatario para proyectar un grito: «Nicolás, me llamo Yendri, ayúdame, por favor».

 

Inmediatamente fue detenido y desde el 20 de abril no se ha sabido de él, con excepción de esa mañana, cuando fue llevado por funcionarios del Sebin a la morgue de Bello Monte, para que se le practicaran exámenes médicos de rutina, con el objeto de determinar su estado exacto de salud física y mental al momento de ser llevado a la cárcel de Coro.

 

Al salir de la medicatura forense del Cicpc, en Bello Monte, Yendri Sánchez se dirigió a los periodistas y con mucha angustia les dijo: «Necesito hablar con los medios de comunicación, me tienen aislado, no me dejan hablar. Me quieren dar de uno a seis años de cárcel». Y cuando los reporteros le preguntaron por qué estaba detenido, respondió: «Porque el Estado quiso». Y añadió que en el Sebin lo estaban tratando «más o menos…».

 

La severidad de las medidas aplicadas a Yendri Sánchez contrasta con la primera reacción de Maduro tras la intempestiva aparición del exhibicionista mediático. Tras reprochar el descuido de quienes debieron protegerlo de ese asalto, que resultó inofensivo, Maduro se comprometió a hablar «con este muchacho, que debe estar desesperado».

 

Según Mariangi Sánchez, hermana mayor del audaz cazador de instantes de fama, Yendri estaba desesperado porque a ella le habían diagnosticado en noviembre un cáncer de útero y la familia carece de medios para hacerle frente. Además de no haber tenido éxito en su solicitud de apoyo «a diversas instituciones».

 

Mariangi Sánchez niega que su hermano tenga perturbaciones mentales, como se ha afirmado.

 

Y descarta que el salto sobre Maduro respondiera a la determinación de Yendri de competir con su primo Juan Salas Sierra, quien le llevaba la delantera en el torneo de robar cámaras en espacios estelares al acercarse hace unos meses al presidente Chávez en plena cadena proselitista. Mariangi asegura que Yendri actuó movido por la intención de conseguir una ayuda para ella.

 

La hermana explica que el preso incomunicado nació en Maracaibo y está residenciado en Ciudad Ojeda, donde ejerce diversos oficios después de haberse iniciado en la vida laboral como limpiabotas en la plaza Baralt de Maracaibo. Dice que Yendri, quien abandonó los estudios al completar el sexto grado, es un auténtico fanático del presidente Hugo Chávez, de quien habría recibido un dinero con el que construyó la casita que comparte con la madre de ambos, una señora zuliana que «se gana la vida lavando ajeno»; y que ahora pasa los días llorando porque no le han permitido hablar con su hijo o tener alguna noticia de él desde que fue llevado a Coro el 20 de abril.

 

Lo más asombroso es que, tal como asegura Mariangi Sánchez, la misma negativa ha recibido la abogada Gloria Janet Espífano, quien se ofreció a llevar el caso como defensora privada, sin cobrar un centavo a la familia, que, de todas formas, no podría permitirse semejante egreso. «La doctora supo del caso, se indignó por la injusticia que se está cometiendo con mi hermano y nos contactó para ofrecernos su ayuda profesional. Pues bien, mi mamá y la doctora fueron a Coro a hablar con Yendri y no les permitieron el más mínimo contacto ni un vistazo al expediente».

 

Muy pronto se olvidó Maduro del muchacho desesperado con quien dijo que hablaría. Y en este momento Yendri Sánchez es rehén de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo (la repudiada Ley Sapo), un instrumento para criminalizar la protesta, el mismo que fue usado contra los estudiantes de Barquisimeto detenidos por las protestas de los días 15 y 16 de abril, quienes han denunciado torturas, humillaciones y maltratos infligidos por la Guardia Nacional Bolivariana.

 

Quién sabe qué le estarán haciendo a Yendri Sánchez y cuáles serán las marcas de martirio que sustraen a la mirada de su madre y su abogada.

 

Milagros Socorro

 

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