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«Ni regalando un mua»

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«Ni regalando un mua»

Los de turno en Venezuela, se creen inspiradores del continente y, «sus amigos», los despluman…

 

Mi apreciado Chúo Torrealba, dice que la quincalla ideológica nos divide, pero las angustias de la vida real nos unen. Comenta que en las entrevistas, los chavistas radicales empiezan a declarar odas revolucionarias, él los deja terminar y les pregunta: ¿Hace cuánto tiempo no te visita un político del oficialismo? ¡Uf, hace años! Carlos Ocariz ganó en Petare con 2.500 barrios populares. Le sacó diez puntos al cantante y sus lavadoras regaladas.

 

El público que creemos propiedad exclusiva del Gobierno, confió de nuevo en él. ¿Por qué no funciona así en toda Venezuela? En noviembre sólo 39% aprobaba la gestión de Maduro. Eso no se vio el 8D. No con esa contundencia. Pero uno también se pregunta: Si hay tanta insatisfacción, ¿por qué este pueblo no intenta darle el relevo a alguien nuevo y ver si lo hace mejor? La mayoría se lamenta, no importa su color, pero tienen el poder de cambiar y, no se animan.

 

Carla Angola

Según la CEPAL, ocupamos el último puesto de la región en crecimiento económico. Haití es más venturoso que nosotros. ¡No es un chiste! Bolivia, Ecuador, dicen querer parecerse a esto, pero están en los primeros lugares de desarrollo. Vienen, adulan un rato, se llevan lo que pueden y, en la práctica, ejecutan ideas progresistas.

 

Los de turno en Venezuela, se creen inspiradores del continente y, «sus amigos», los despluman a cambio de unas cuantas vacas o caraotas que antes se cosechaban aquí. Hasta aumentarán la gasolina. Una decisión que ni siquiera Chávez se atrevió a tomar por los alzamientos populares de otrora. Están a punto de aplicar el paquete de CAP, exacto.

 

Despotrican del pasado pero, es probable, que el incremento se justifique tanto ahora como en el 89. ¡Qué ironía! Recordaba a Jorge VI, y cómo en un momento, se rindió en la lucha por vencer su tartamudez. Su profesor vocal, decepcionado, le contaba a su esposa que tenía un alumno quien había nacido para la grandeza y no se esforzaba por conquistarla. La esposa le respondió que quizás el problema era que su pupilo, no quería ser grande.

 

¿Será que una parte del país se empeña en ambiciosos, excelsos destinos para esta patria y, la otra, está conforme con su vida tal cual es? Quizás Balzac tenía razón y a todos los auténticos grandes hombres, por absurdo que parezca, les gusta dejarse tiranizar por un ser mucho más débil y pequeño que ellos.

 

@carlaangola

 CarlaAngolaRodriguez@gmail.com

 

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