Mientras el Mundo dio inicio del año 2025 con alegría, en Venezuela predominó un sentimiento de tristeza, incertidumbre y esperanza al mismo tiempo. La alegría de fin de año que caracterizaban a la Venezuela del pasado al ritmo del tambor, la salsa y el merengue este año estuvo ausente. Calles vacías, hogares de luto, familias empobrecidas. Ni siquiera el absurdo Decreto emitido por el Gobierno obligando a que se diera inicio al festejo de las Navidades desde el mes de Octubre, pudo motivar a un electorado que dejó claramente indicado en las urnas del 28 de Julio que rechazaba la continuación de una “revolución” fracasada y represiva.
Las obligatorias convocatorias a funcionarios públicos frente al Palacio de Miraflores para festejar el año nuevo, no pudo esconder el nerviosismo de un Régimen que ya no sabe que ofrecer ya que todo le sale mal. Ni siquiera le ha servido presentarse como víctima de la supuesta “invasión extranjera” Para disfrazar su aislamiento internacional, promueve la presencia en el país de alegres viajeros, desconocidos en sus respectivos países, pero invitados de lujo para asistir a todo tipo de Congresos laudatorios.
Existe paralelamente un sentimiento de incertidumbre. El Gobierno del PSUV sabe que perdió el apoyo popular pero se aferra al Poder porque no quiere perder sus “privilegios”. Es por ello que en su actuación procura generar miedo. Los principales dirigentes de oposición están presos, exilados, clandestinos o humillados en una Embajada a la que le han cortado la luz, el agua y violado el derecho de asilo. La policía política y los colectivos armados han aterrorizado a la población general de manera indiscriminada, maltratando a más de dos mil detenidos sin justificación alguna, entre los que se encuentran niños, mujeres y ancianos. Los canales de televisión del Estado no informan estos atropellos, puesto que se han convertido en emisiones de propaganda oficialista y en plataforma de insultos y burlas a todos los que no se plieguen al Régimen.
A pesar de todo ello, no se ha perdido el sentimiento de esperanza. La voluntad de cambio por la vía pacífica, aparece como irreversible. Nadie sabe en qué momento se cristalizará el cambio, pero si existe la convicción de que se logrará en el 2025. La historia reciente, como en el caso de Siria, demuestra que no existe dictadura eterna.
A partir del 10 de Enero se inicia una nueva etapa de esa esperanza. Es la fecha que debería asumir la Presidencia el vencedor de las elecciones, Edmundo González. Desde la clandestinidad, la gran estratega y Estadista María Corina Machado dirige diariamente sus mensajes dentro y fuera de Venezuela, y muestra el camino de un modelo de Unidad. Es ella la que en cualquier situación que se presente en el futuro, debe ser la principal vocera que establezca con el apoyo nacional e internacional, las bases de la transición pacífica y democrática. Su lucha valiente, lucida y persistente es la mejor credencial.
Las muestras de solidaridad internacional son esperanzadoras. Países democráticos y defensores de derechos humanos son un aliciente para reconstruir juntos una América Latina unida en su diversidad. Se suma a ello, la expectativa que existe que a partir del 20 de Enero el Presidente Trump, acompañado por altos funcionarios conocedores de la realidad Venezolana, profundicen aun mas los pasos de la diplomacia de Biden, uniendo su coordinación con América Latina y con el Parlamento Europeo que permitirá que antes de que termine este año, Venezuela alcance el anhelado cambio pacífico en democracia y libertad.
Milos Alcalay fue embajador de Venezuela en Romania, en Israel, en Brasil y ante la Organización de las Naciones Unidas en New York.
