Cómo se dirá en ruso, nos llegó la golilla? o puede usarse también la expresión «eso es una manguanga». Seguramente eso sería poner en un apuro a los traductores, pero si cambiamos la acepción a algo menos localista utilizando palabras como regalos, dádivas o contratos beneficiosos, seguramente sería más fácil. Como decimos ruso, pudiéramos mencionar también mandarín, francés, portugués y el largo etcétera de negocios con empresas y gobiernos extranjeros mientras se les hace el «fo» a los productores nacionales. Aunque dentro del equipo gubernamental hay quienes tienen algo de conciencia sobre la necesidad de flexibilizar la adquisición de divisas y no terminar de hundir a lo poco que queda de las industrias nacionales, la política del pasado régimen que es éste mismo ha sido la de perseguir, asfixiar y acabar con la economía venezolana para darle prioridad a la muy cara economía de puertos. Esto le ha permitido desarrollar una muy conveniente diplomacia de la «petrochequera» en beneficio de los gobiernos foráneos, que «se baten duro» en las instancias internacionales para defender la maltrecha institucionalidad venezolana argumentando que aquí se vive una democracia plena. Así las cosas, vamos al mercado internacional y compramos apoyo y legitimidad amén de papel toilette, azúcar, carne, aceite, harina y pare usted de contar y no encontrar.
El madurismo «happy», porque están «montados en el coroto, los amigos del mundo «aplaudiendo con las posaderas» de tanta felicidad porque encontraron a quien cambiar espejitos por oro, y el resto, ¡ay el resto!, nos quejamos por todo pero en nuestro fuero interno algo se nos ilumina cuando luego de recorrer unos diez establecimientos en el «rally de la compradera» conseguimos cuatro rollos de papel toilette. Nuestro sentido de la felicidad, en medio de la sobrevivencia, se ha vuelto tan básico que el encontrar un producto perdido y hallado ¡quién sabe donde!, se nos ha convertido en motivo de alegría. Hay más de un revolucionario que se siente muy orgulloso con el «estado de las cosas» no sólo porque aunque falten muchas cosas «tenemos patria», sino porque la situación nos ha llevado a que encontremos la felicidad verdaderamente en lo «básico».
Nada de esos conceptos de la democracia burguesa como «libertad, justicia, progreso», noooo, el verdadero «sentido de la vida», el «secreto oculto de la alegría» está en encontrar el pollo importado que hará las delicias de la familia, y la plenitud total del espíritu se consigue si podemos comprar el aceite o la margarina con la que si tenemos la suerte de encontrar harina de trigo y azúcar podremos hacer la torta de cumpleaños de nuestro hijo, al cual le hemos prometido que haremos todo lo posible porque crezca en un país mejor y con el cual tenemos esa deuda.
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Por María Isabel Párraga