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María Corina, Aveledo y el golpismo

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María Corina, Aveledo y el golpismo

Yo siempre entendí muy bien porqué Chávez pensaba como lo hizo y hasta cierto punto lo justifiqué porque según su biografía homérica, partió en lomos de burro al bachillerato sin conocer la electricidad, más allá del esporádico bombillo que se encendía dos horas mientras Neil Armstrong daba su caminata en la Luna. Puedo entenderlo, porque cuando llegó a la ciudad fue cuando descubrió que la gente volaba. Nunca se enteró cuándo el mundo introdujo el microprocesador en su segundo año de bachillerato o cuándo IBM introdujo el Floppy disc el año de su graduación, porque no vería una computadora en los siguientes 15 años y nunca logró, por más que le presionaron, ser un usuario de tecnología. Y de allí se metería en un cuartel y luego a la selva, de donde no saldría hasta el golpe de Estado. Yo entendí y combatí su pensamiento, porque Hugo arrastraba un retraso técnico y tecnológico absoluto.

 

Por eso es lógico que para él no hubiera caído el Muro de Berlín y siempre entendí su terquedad al tratar de reinstaurar la Guerra Fría, porque lo único que tenía para leer durante 10 años de aislamiento, fueron esos libros que se aprendió casi al caletre: Historia de la Rebelión Popular de 1814, El Ultimo Hombre a Caballo, Tiempo de Ezequiel Zamora y Guerra Federal, así como mohosos libros pro-comunistas. Lo entendí y combatí, porque Hugo arrastraba un retraso educativo absoluto.

 

Entendí y combatí su pensamiento, porque todo lo que leyó en su vida, partía de hombres nacidos de hogares en extremo pobres y campesinos, que se hicieron eco de una Rebelión Popular, insurgieron y se convirtieron en los «primeros caudillos populares» de «la democracia venezolana», los que «tenían de su lado al pueblo» «contra la oligarquía dominante». Lo entendí porque Hugo arrastraba un retraso y confusión histórica absolutos.

 

Entendí y combatí su pensamiento, porque Hugo había nacido y crecido en dictadura y porque mientras Hugo recibía clases en la Academia Militar, en Brasil gobernaba una junta de militares, es decir su gente. En los medios de comunicación aparecían los militares tomando el poder desde la Patagonia en Argentina pasando por Chile, Uruguay, Bolivia y Perú. Desde la Nicaragua de Somoza, en Honduras, Guatemala, Panamá hasta el Salvador también gobernaba «su gente de verde». A donde Hugo volteaba salían reseñados en la prensa como algo natural los nuevos líderes como Mohammad Gaddafi, Idi Amin, Anwar Saddat o Saddam Hussein, todos militares.

 

Lo entendí porque cuando cumplió 8 años, Estados Unidos era gobernado por un militar y los próximos 3 presidentes tendrían el rango de Mayor. En España gobernaba Francisco Franco, Charles de Gaulle en Francia acababa de terminar su mandato poco antes de entrar Hugo a la Academia y en buena parte de Europa gobernaban los tanques. Entendí a Hugo, porque lo realmente antinatural era lo que pasaba en Venezuela, es decir que gobernaran sin permiso, un grupo de atrevidos y a la vez desprevenidos civiles. Y allí entendí algo aún más claro, que Chávez fue sencillamente el final de la guerra fría para Venezuela y el final de un periodo histórico, del que salimos gracias a que Dios, al parecer, es venezolano.

 

Pero lo entendí más porque existía otra realidad. Estudios de 1973 (Villarroel 2001) demostraron que el 51% de la población opinaba que los golpes de Estado pueden estar justificados en determinadas circunstancias y el 35% consideraba que debería hacerlo en caso de que los gobiernos no cumplieran las expectativas populares. Mismo tercio que prefería estar gobernados por militares y que es en sí, el mismo porcentaje que estaba de acuerdo con el golpe en 1992 (Mercanalisis 92) y que estoy más que segura, es el mismo porcentaje de idiotas que desean que ocurra hoy en Venezuela.

 

Lo que ahora entiendo, es que la oposición que ganó (políticamente) las pasadas elecciones, se apresta hoy a ganar las elecciones municipales, mientras el gobierno necesita desesperadamente hacer lo que Hugo Chávez siempre hizo magistralmente, «dividir a las tribus» para gobernar. Por lo tanto para ellos es urgente acabar con María Corina y con Aveledo acusándolos de algo que nunca han sido, golpistas. Es mentira lo del golpe con Estados Unidos, porque a éstos les bastaría usar las reservas de petróleo unos meses, y dejar de comprarnos petróleo, para que Maduro saliera disparado de su precaria silla, porque esa gente no sabe gobernar sin dinero. Así que toda esa retórica golpista, sólo busca dividirnos de cara a las elecciones.

 

Para los que desean que sea cierto, les explico un axioma: «todo el que da un golpe de Estado, se queda en el poder», sentencia que heredamos desde los tenientes coroneles de 1948. Al que piense así le digo, escoja a cualquiera de los «Centauros de Chávez» que están en los batallones y plantéese cuál de ellos pudiera ser el nuevo dictador. A quienes lo desean, entiendan con esto y de una buena vez, que es mejor que la presidencia, la ostente un civil y esta sea alcanzada con los votos.

 

tpenalver@me.com

 

@thayspenalver

Por Thays Peñalver

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