Manuel Malaver: María Corina y Sabaneta hacen temblar al dictador Maduro

Manuel Malaver: María Corina y Sabaneta hacen temblar al dictador Maduro

No hay otro impulso para arrancar estas líneas sino reseñando que se trata de un marcador, de una señal para establecer la nueva era o etapa que se vive en el país y que, sin perder una palabra más, me atrevo a conceptuar como una esperanza, como el amanecer de cuyos rayos irá emergiendo el camino para que la libertad y la democracia vuelvan a elevarse como un regocijante mediodía.

 

 

Son las cinco de la tarde y en Sabaneta de Barinas, el pueblo donde nació un día de julio de 1954 el último caudillo y penúltimo dictador venezolano, Hugo Chávez, multitudes de llaneros, vegueros, amas de casas, comerciantes, profesionales , y estudiantes de todas las escolaridades, se han dado cita para recibir en la larga y ancha calle principal del pueblo, en la plaza, los postigos, techos y ventanas a María Corina Machado, la candidata de “Vente Venezuela” para las elecciones “Primarias” que se realizarán el próximo 22 de ocutubre, y para las presidenciales que, según la Constitución, tendrán lugar un día de diciembre del 2024.

 

 

Segundos, minutos, horas, día y tiempo para la historia pues, para decidir si la República que nos legaron los “Padres Libertadores” hace 212 años, continúa siendo después de los últimos 23 un atajo de siervos arreados, sin derechos, garantías, ni personería ciudadana, sino como peones de aquellas haciendas del siglo antepasado donde, después de cada día de trabajo, se les pagaba con fichas para que fueran a las bodegas a retirar los insumos mínimos que precisaban para sobrevivir.

 

 

Tiempo muerto que parte María Coria Machado irumpiendo en la calle principal del pueblo en hombros de una enorme, entusiasta, valiente y escandalosa multitud, que está gritanto que ya la eligió presidente de Venezuela y que, discurso les queda, aunque sean dos o tres horas para conocerse y reconocerse, mirarse frente a frente y decirse qué es lo que harán con el país que los espera, el del futuro.

 

 

Nada entonces de perder tiempo en el pasado, en momias y recuerdos fantasmales que por más dolorosos que puedan resultar, ya destruyeron lo que estaba hecho y no lo van reconstuir, dejarlos asarse en sus odios, venganzas y amenazas porque ya la historia dio su veredicto: No volverán.

 

 

María Corina que ya aparece en medio de un tumulto que la traía en hombros mucho antes de llegar al pueblo, trata de hablar desde una ventana improvisa- da como auditorio, pero los gritos, los aplausos, los vivas, las fanfarrias, apenas dejan siluetar a una figura sonriente, alegre, robusta, optimista, de la cual solo me llega como flecha una frase:: “Llegó la hora”.

 

 

Avanza la tarde, se va haciendo noche y sorprende ver la cantidad de niños y niñas que se adelanta al ventanal que, un poco más abajo, es el auditorio desde el cual se dirige a la multitud que ya se extiende por todos los rincones y recodos de Sabaneta.

 

 

Niños y niñas que no vinieron solo a oir sino a hablar, a contar como un día les quitaron el desayuno escolar, el vaso de leche, el transporte, empezó a irse el agua, la luz, los útiles se fueron deteriorando y un día los maestros y educadores no volvieron.

 

 

Y aquí pasan a hablar los adultos mayores, padres, madres, abuelos y abuelas que hablan y lloran por sus hijos y nietos perdidos, idos a otros tierras, a buscar trabajos y ayudarles, pero no sin dejar el trazo de familias rotas, amores partidos, de llantos que no se sosiegan.

 

 

“Pero volverán, claro que volverán”, clama María Corina cuando percibe que ya es de noche y no hay luz o les han cortado la luz. Solo se oye, en la oscuridad, una multitud ronca, y un pasaje llanero que interpreta un cantor “para esta mujer valiente que nos ha venido a conocer, a hablar y a pedirnos que nos unamos a ella para salvar a Venezuela”.

 

 

Termina la canta entre aplausos atronadores pero no la oscuridad que se hace más intensa e intimidante, cuando María Corina dice: “Pero no nos dejemos quitar la luz, vamos todos a prender los celulares y a alumbrarnos con la luz de los celulares” y así, en un segundo, el mitin se convierte, como el que había celebrado la oradora en Boconó el día anterior, en el segundo mitin con luz de cocuyos que se encendía en Venezuela.

 

 

Espectáculo, no mitin, fiesta, no reunión, que hubiera fascinado a dos poetas venezolanos embriagados por la luz de los cocuyos, el cumanés, Andrés Eloy Blanco y el barinés, Alberto Arvelo Torrealba, quienes, en sus romances: “Compadre Venancio Laya” y “Florentino y el Diablo” ponen a huir la oscuridad maléfica perseguida por la naturaleza de la luz.

 

 

Pero le tocaba ahora el turno a María Corina de contrar su experiencia por los caminos de la Venezuela que venía de recorrer: Valera, Boconó, Coro, ciudades, campos y llanos demolidos por el hambre, las enfermedades, sin hospitales, medicinas, ni médicos, el país donde desapareció la seguridad social y pública porque la privada se paga en dólares del primer mundo, la tierra donde los campesinos pierden las cosechas porque la gasolina y el gasoil se acabaron.

 

 

Sí, señor, los que acabaron la economía del sentido común, la de la ley de oferta y demanda, la de la economía privada y la capacidad del trabajador de ofrecer su oferta al mejor postor, esa la acabaron para instaurar el socialismo, que acabó con PDVSA, la producción, la exportación y la refininación de petróleo y así, de un turbión, nos pusieron a cocinar con leña, a alumbrarnos con velas, a transportanos a pie o con tracción animal, a curarnos con brujos y menjures para regresarnos al siglo donde vivieron los bisabuelos.

 

 

Muchas lágrimas al recordar los ocho millones de venezolanos que tuvieron que rodar por trochas, selvas, y desiertos para que les den residencia y lugares donde trabajar para ayudar a los que se quedaron y abandonar Venezuela hasta que vuelva a ser lo que fue: el país libre y democrático, independizado por Bolivar y los Libertadores y se reune esta noche sin luz electrica pero si con los cocuyos de los celulares a corear al unísono:

 

 

“Socialismo no, socialismo NO…JAMÁS, JAMÁS, JAMÁS.”

 

 

Manuel Malaver

@MMalaverM

 

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