En artículo anterior planteaba el grave problema humano, y como consecuencia físico y urbano, que constituyen Los Barrios de Ranchos para la salud de toda la ciudad, Caracas en este caso, y que se repite en casi todas las ciudades del país. La pregunta sería: ¿Será factible solucionar el problema de raíz? ¿Qué hacer y por dónde empezar? ¿Cuánto tiempo para lograrlo?
Resolver el problema no es un sueño irrealizable ni estrafalario. Sí es preciso contar, además de la decisión de hacerlo, con un plan previo bien estudiado, así como su factibilidad, especialmente desde el punto de vista sociológico y social; programado a largo plazo y sustentado, tanto por los gobiernos como por los ciudadanos, aportando afecto, desprendimiento, solidaridad, generosidad y paciencia. Partimos de la premisa de la igualdad, ya que, repito, no se nace para ser un desheredado toda la vida y es obligación del gobierno evitarlo, promoviendo las políticas públicas necesarias para ello.
Insisto y repito, porque lo creo muy importante, que tal programa no se emprendería por compasión, que no tiene cabida en la administración publica. La compasión es de acción personal y privada, se trata, al contrario, de afecto a compatriotas que están viviendo en condición de desigualdad extrema, y de que es preciso, para todos, que la ciudad y el país cuenten con ciudadanos capaces de ejercer plenamente deberes y derechos, incluyendo el derecho pleno de propiedad, que garantizaría la libertad.
1.- Se comenzaría por ubicar espacios adyacentes o cercanos a la ciudad, ya que serían ampliaciones de ella, estimulando el traslado de los habitantes de los cerros hacia áreas con todos los servicios listos, y viviendas dignas, transporte a la ciudad matriz y poblados cercanos, escuelas, centros de salud, iglesia, policía, funeraria, agencias bancarias, abastos, recolección de basura, plazas, parques, etc., y con la posibilidad de ofrecer fuentes de empleo, sería la ampliación de una mejor ciudad con buena calidad de vida.
2.- El Estado no regalará la vivienda. La propiedad se adquiere con esfuerzo y trabajo. Se debe reconocer con la mayor amplitud el valor del rancho o vivienda que entregarían como cuota inicial de la nueva vivienda, la que sería demolida de inmediato, y el resto pagadero en el mayor tiempo y los mas bajos intereses posibles. Recuérdese que el inducirlos a mudarse, otorga derecho a una contraprestación.
3.- Al tener vacías áreas suficientes, se podrá construir parques o edificaciones, programados con criterio de mucha amplitud del entorno, acceso al tráfico normal: ambulancias, bomberos, patrullas policiales, etc. Absolutamente sin veredas angostísimas ni largas escalinatas. Sería una ampliación de la ciudad. Podría invitarse a la inversión privada, cobrando plusvalía, que en ese caso no sería pequeña, que aliviaría la carga al Estado y contribuyentes.
4.- Probablemente, los primeros resultados de este programa no serían vistos por la población menor de 50 años, pues se presume que sería llevado a cabo en 50 a 100 años. Yo no vería ni la colocación de la primera piedra.
Depauperada
¿Qué pasaría entretanto con la ciudad madre? La asentada en el valle, hoy depauperada, y en vías de deteriorarse hasta tener, toda, aspecto ruinoso. Habría que rehacerla en etapas sucesivas en tiempo similar, 50 a 100 años. Recordar al ilustre arquitecto Carlos Raúl Villanueva, quien más ha hecho por Caracas, olvidado por las jóvenes generaciones. Basta observar El Silencio y la Ciudad Universitaria. Merece una estatua y el titulo «Arquitecto de Caracas». Demostró tener creatividad, sentido urbanístico, arquitectónico y de futuro. Creó El Silencio como el inicio de una verdadera Ciudad Latinoamericana; con orgullo, sin copiar a Europa, pero haciendo buen uso de sus influencias y aportes, al igual de nuestro entramado colonial. Conservaba lo que se llama gabarito, profundamente alterado cuando adoptamos arquitectura y urbanismo norteamericanos. Algo parecido a lo que, con el tiempo, y en apenas un siglo, hizo cosmopolita nuestra comida tradicional por esas inmigraciones que tanto han hecho por el país. Muy distinto al desastre urbanístico y arquitectónico que se hizo con el hermoso proyecto del también ilustre arquitecto y urbanista Maurice Rotival, de la avenida Bolívar y sus sucesivas adiciones y modificaciones.
Cuando un viejo caraqueño se pasea hoy por algunos sectores del viejo casco de Caracas, como San Juan, San Martín, Catia, Sarría, Maripérez, Santa Teresa, Santa Rosalía, Las Mercedes, y otros, quizás pobres en su origen, pero que contribuían a una Caracas bella, plácida, amable, siente una agobiante tristeza en lo que han devenido; llegando a pensar que Caracas esta enferma, casi en coma y que si queremos dejar en herencia a nuestros descendientes una bella y gran CIUDAD, deberíamos rehacerla, con sentido de amor a la ciudad donde nacimos y vivimos, y con sentido de grandeza y belleza. Si no nos atrevemos a comenzarlo, algún día se le hará justicia a Caracas.
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Fuente: EU
Por Armando Scannone