López, Ceballos y Brito

López, Ceballos y Brito

López y Ceballos, al igual que otros activistas y luchadores sociales, injustamente perseguidos y acosados, como en su momento Franklin Brito, han tomado la difícil decisión de transitar por el camino de la huelga de hambre para demostrar la decisión irrevocable de no ceder en sus derechos y colocar en el Estado la responsabilidad que le corresponde.

 

Por supuesto, toca a la colectividad unirse a su lucha y a la exigencia al Estado para que rectifique en su línea de persecución y a los protagonistas de tan comprometida situación para que preserven su existencia.

 

Es un deber del Estado garantizar la vida de quienes reclaman sus derechos. No basta una actitud expectante, ni la formalidad de un examen médico para verificar su estado de salud. Tampoco se puede optar por la vía de la fuerza para «superar» el conflicto.

En el caso de Brito, luchador por sus principios, quien no admitió transacciones ni arreglos con el Estado, este optó por su reclusión forzosa en el Hospital Militar y sin atender su justo reclamo por médicos de su confianza que lo atendieran, transitó el camino hacia la muerte. Su denuncia, después del desenlace fatal fue desestimada y jamás fue oída en un tribunal la voz de su mujer y de sus hijos, a los fines de precisar las responsabilidades del caso.

 

Es cierto que se impone velar y garantizar la vida de los que han optado por esta protesta extrema, es necesario que toda la colectividad se active y reclame por su salud, pero no puede dejarse a un lado el justo reclamo y la satisfacción de sus legítimas aspiraciones.

 

Daniel Ceballos, Leopoldo López y los compañeros solidarios de su acción no están planteando situaciones que no puedan superarse, ni exigiendo lo que no corresponda en derecho y justicia.

 

Ceballos fue trasladado a una cárcel común por protestar y es tratado como un condenado, rapado y uniformado cuando su inocencia se presume y es absurda la acusación por rebelión y el juicio que se le sigue, después de haber sido destituido como Alcalde por la soberanía voluntad del pueblo tachirense.

 

Leopoldo López está preso por su condición de líder político y por su discurso opositor en el cual ha ratificado su línea indeclinable de lucha y de disidencia, a través del instrumento de protesta extrema.

 

Ni Ceballos, ni López, ni ninguno de los huelguistas, quiere suicidarse o poner fin a su vida. La han expuesto por ideales que consideran irrenunciables y han recurrido a un medio excepcional que no persigue otra cosa que mover las fibras del poder ante la injusticia de procesos políticos que ni siquiera tienen la apariencia de la legalidad, con el más absoluto atropello a los derechos humanos, a la vez que persiguen sensibilizar a la opinión pública sobre los más legítimos requerimientos de un sistema democrático

 

Esta huelga de hambre, con la fuerza moral que tiene, solo persigue darle una salida honorable al Estado pata que tome conciencia de la situación de quienes sufren persecución por sus ideas políticas y reclaman sus derechos. Si el Estado rectifica no es signo de debilidad, sino de humanidad, de tolerancia y de apego a las exigencias de la justicia.

 

Franklin Brito, quien luchó por sus derechos, por una vida y por ganarse el respeto de otros, asumió la consigna que solía repetir de Lin Xiaobo: «Los seres humanos nacen libres e iguales. La esclavitud y la desigualdad, en todo el mundo, no se deben a que los gobernantes sean demasiado poderosos o imponentes, sino a que los gobernados se rinden».

 

 

aas@arteagasanchez.com

Comparte esta noticia: