Se viene hablando de una reforma fiscal o lo que es lo mismo, más impuestos que pagar
Al final todo se resume en una falta absoluta de respeto. Dejar esperando a todo un país y, de paso, a los mercados internacionales para conocer cómo será nuestra vida «cuando el inevitable destino nos alcance» y se aplique el «sacudón» como el propio Maduro lo bautizó es, nuevamente una burla. Sobre todo porque se anunció con bombos y platillos y como, de paso, todo está semiparalizado algunos aguardaban aquello con la expectativa de: «si estoy guindando, lo mejor es caer».
Y sí, caímos en cuenta nuevamente que al régimen le importa un bledo la economía. Al final el juego se trata de «correr la arruga» o como dijo un conocido economista en días pasados «cavar el foso» (para nosotros). Los ingresos petroleros son suficientes para que la elite gobernante siga viviendo como marajás, mientras la clase media y sectores populares se siguen hundiendo en la pobreza.
Ese siempre ha sido el objetivo. Para los próximos meses ya tienen una línea de crédito rusa y Citgo siempre es una cajita a la cual se puede recurrir. Se viene hablando de una reforma fiscal o lo que es lo mismo, más impuestos que tendremos que pagar. Sacar el poco dinero que tenemos para ponerlo en las ¿arcas? O ¿bolsillos? del Estado Pac-Man .
Fue como el día de «no cumpleaños» de «Alicia en el país de las maravillas». La fecha del «no sacudón» lo que vimos en pantalla fue «la historia de un amor como no hay otro igual». El aniversario de Cilita y Nikito como nos enteramos que se llamaban en la intimidad. Un verdadero videoclip de la «muy mabitosa» canción de Leonardo Fabio: «Hoy corté una flor y llovía llovía».
Un derroche de cursilería innecesario que no sabemos si fue producto de algún «jalamecate» pavoso o si realmente los protagonistas estaban «encantados» con lo mostrado. (Ojalá sea lo primero). Pero lo que no cabe duda es que fue una «burla» para todos, no sabemos si «adrede» para demostrar que «yo tengo el poder y te la calas porque esto es lo verdaderamente importante» o porque su desconexión con la realidad es tal que piensan que algo así puede ganar simpatías en grandes masas descontentas.
Sea como sea aquí hay dos realidades. La virtual que se divide por una parte en la del régimen que disfruta de las mieles del poder y que al final, a pesar de sus diferencias, seguramente se pondrán de acuerdo porque «si se hunden unos, se llevan a los otros» (la rémora de las complicidades), pero también está la otra de una oposición incapaz de conectarse con los problemas reales de la gente empeñados en ajustar «sus tiempos» a sus conveniencias.
Mientras tanto, «en el mundo real» la sensación de indefensión es cada vez mayor en la población que espera a que alguien la interprete con el peligro de que al final nadie lo haga y que reine el «caos» de una explosión o se imponga la sumisión y resignación eterna.
mariaisabelparraga@gmail.com