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Le propongo

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Le propongo

Un bien suntuario es aquel para el cual la demanda aumenta más de prisa que la renta

Para el día 2 de diciembre de 2014, el presidente de la república, Nicolás Maduro, anunció la aprobación de un recorte al presupuesto nacional, como medida preventiva ante la caída de los precios del petróleo; lo que llamó mi atención, enjundiosamente, es que la disminución del gasto recae, según las palabras del primer mandatario nacional, en los gastos suntuarios, improductivos, innecesarios y de otro tipo.

 

La verdad es que no entiendo cómo una revolución socialista, y más en el siglo XXI, pueda contemplar tal tipo de erogación, cuando, de acuerdo a la Real Academia de la Lengua, suntuario es todo lo perteneciente o relativo al lujo. ¿Entonces? ¿Es que acaso unos tienen derecho al lujo, porque de una u otra manera ostentan y ejercen el poder, mientras que otros ni siquiera saben qué es eso?

 

Y lo que es peor, recientemente crearon un impuesto especial para pechar el lujo, lo que significa un castigo para el que lo tenga, para poder dar al que no lo tiene. ¿Entonces? ¿Es que el que gobierna lo disfruta a expensas de los demás?

 

En economía, un bien suntuario es aquel para el cual la demanda aumenta más de prisa que la renta, lo que lo diferencia de los denominados bienes normales y de los llamados bienes inferiores. Sin embargo, los economistas hacen una distinción importante, y es que, de acuerdo a sus ingresos, lo que es suntuario para unos, para otros puede ser normal y hasta inferior.

 

Más confuso quedé, cuando la reducción es de solo un 20%, por lo que discerní, ¿será posible ese tipo de gasto en un sistema gubernamental que no solo lucha contra ese tipo de conceptos, sino que, en teoría, los condena?

 

La duda surgida me hizo curucutear, y me encontré con que el presidente Chávez, el 25 de marzo de 2009, dictó el decreto Nº 6.649, contentivo de un instructivo presidencial para la eliminación del gasto suntuario o superfluo en el sector público nacional. Sin embargo, en el mismo se contempla una válvula de escape, porque se permitió su existencia, con la condición de obtener la autorización del vicepresidente de la república, quien después de oír una exposición de motivos, estaba capacitado para autorizarlo.

 

La verdad es que de haber sido complicado para cualquier funcionario público el demostrar con argumentos que justifiquen un gasto que, por su naturaleza de superfluo o suntuario, no se puede respaldar, ya que, si existe una razón lógica que lo permita, entonces deja de ser nimio o baladí.

 

En aquella oportunidad, señaló Chávez, que el ejemplo debía entrar por casa, por lo que cualquier funcionario público que pretendiera comprar servicios de telefonía celular, adquirir o alquilar un carro ejecutivo, contratar asesores, remodelar su sede, hacerse de equipos tecnológicos, contratar publicidad, hacer agasajos o comprar arreglos florales, debía obtener permiso vicepresidencial.

 

Lo que no logro saber, es si el decreto del Comandante se cumplió o no, y en el primero de los casos, hasta cuándo se le dio cumplimiento, porque si Maduro está reduciendo el gasto superfluo, es porque existe. Yo le propongo, Presidente, y es lo más sano para el verdadero socialismo, que lo elimine.

 

Reinaldo Gadea Pérez

gadeaperez@cantv.net

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