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Las sufragistas

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Las sufragistas

Al inicio de la película musical Mary Poppins (1964), nos introducen a la disfuncional familia Banks, cuando Mrs. Winifred, la madre, regresa a casa luego de asistir a un mitin a favor del voto femenino -banderín en mano- y se entera que por enésima vez una nanny recién contratada a su servicio está a punto de renunciarle; sus pequeños vástagos, Jane y Michael, han huido del hogar una vez más, y el atildado padre, George, quien trabaja en un banco, está a punto de regresar al desastre cotidiano que ellos llaman familia. Mientras escucha el fastidioso informe doméstico del día, trata de reproducir, en paralelo, la algarabía de la reunión sufragista en la cual viene de participar, animando un desfile casero que incorpora -¿democráticamente?-, a la ayuda de casa femenina. Es 1910, en Gran Bretaña.

 

 

(Por qué Walt Disney, productor de la película y gran potencia de Hollywood, asumió que el tema fuese recuperado y celebrado con una canción inicial, Sister suffragette, sigue siendo un enigma).

 

 

Una excursión siguiendo la marcha del sufragio femenino nos puede descubrir algunas sorpresas. Por ejemplo, que en Sudáfrica fue establecido en 1930, pero sólo para mujeres mayores de 21 años y de raza blanca, una medida de avanzada retrógrada. O que en una democracia tan sólida y desarrollada como Suiza, fue en 1971 cuando obtuvieron el derecho a votar en las elecciones federales. Y, en 1991, gracias a una decisión de la Corte Suprema Federal, el cantón de Appenzell Innerrhoden fue el último que les impidió votar en unas elecciones locales. Sí, leyó bien… 1991.

 

 

Hay una abundante documentación para ilustrar la saga de los derechos electorales de la mujer; desde sus inicios se ha entrelazado con las luchas laborales, a favor de la libertad sindical, en contra de la discriminación en el lugar del trabajo, la persecución de las minorías. Hoy, hay un esfuerzo todavía más amplio que se conjuga con los nuevos reclamos de libertad y respeto de las diferencias.

 

 

Las sufragistas y su vertiente más militante, las suffragettes, constituyeron el movimiento más notable de inicios del siglo XIX y tuvieron largos y difíciles debates acerca de las formas de lucha y su intensidad. Una de las más conocidas activistas radicales, Emmeline Pankhurst, lo estableció en términos simples: hechos, no palabras. Pasarían varios decenios hasta ver esas palabras hechas leyes para garantizar los derechos electorales de las mujeres, y luego otros. Es mucho lo avanzado, pero todavía persisten resistencias en otros ámbitos culturales y religiosos.

 

 

El domingo toca votar en las elecciones parlamentarias en Venezuela, hay miles de razones democráticas para hacerlo; votando también podemos recordar a aquellas grandes luchadoras del siglo XIX -las que se resistían desde su penumbra doméstica y las que lo hacían desde las tribunas públicas-, sería un merecido homenaje a sus logros, sus luchas y lo que nos han legado. ¡A votar el 6D!

 

 

@jeanmaninat

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