Recientemente en el hermano país de Colombia, se llevó a cabo un Plebiscito sobre un acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, donde se impuso el No por un estrecho margen con respecto al Sí, y no es que la gente no quiera paz, todo lo contrario, pero quizá los voceros, las condiciones y lo acordado, no fue suficiente para un pueblo que ha vivido en carne propia los desmanes y el horror de un conflicto guerrillero por más de cincuenta y dos años, que ha cobrado la vida de miles de inocentes. Esta división del país prácticamente en dos toletes, ha hecho menester, cambiar o modificar algunos de los acuerdos para su futuro éxito, porque el mundo en estos tiempos, lo que desea es paz y tranquilidad para vivir.
Esa situación de Colombia me hizo reflexionar, y ubicarme fácilmente en lo que será el proceso histórico para los venezolanos, de la recolección del 20% del padrón electoral para el Referéndum Revocatorio del mandato del Presidente Nicolás Maduro. En este caso, el Sí, será la tendencia que marcará el camino a seguir en lo sucesivo. Porque por más trabas, y más obstáculos que nos pongan en el camino, hay un pueblo decidido por el cambio, y será nuestra gente, los protagonistas de esta cruzada histórica que impulsamos desde la unidad democrática, con la anuencia de todo un país.
No puede haber paz sin justicia, fueron muchos de los argumentos esgrimidos por nuestros hermanos colombianos a la hora de sufragar por el No en el plebiscito realizado el día domingo. Y desde mi punto de vista esa premisa tiene mucha fuerza, porque ningún país que quiere avanzar en los caminos de la paz, puede hacer borrón y cuenta nueva con muchos de los desmanes y delitos de lesa humanidad cometidos en nombre de un pueblo.
Pues bien, en el caso de Venezuela, durante 19 años, hemos vivido la peor pesadilla jamás vivida en nuestro país, y es que producto de muchos errores que pudieron haberse cometido en la llamada Cuarta República, vino un dictadorzuelo, vestido de humildad, con traje verde oliva, y cuya consigna fue darle voz y votos a los invisibilizados supuestamente por estos gobiernos, pero que en el transcurrir del tiempo, y del ejecútese del proyecto revolucionario, lo que trajo fue sangre, sudor y lágrimas a nuestro pueblo. La inseguridad galopa sin cuartel, la crisis alimentaria es dantesca y alarmante; la crisis en el sector salud es catastrófica, y así donde han metido la cuchara como coloquialmente hablamos, han puesto la torta, porque este ha sido el régimen más corrupto de la era republicana, y cualquier intento de actuar a favor de un pueblo, ha sido desvanecido por las apetencias, la vulgaridad y los caprichos de una pequeña cúpula que se ha enriquecido de manera grosera.
No obstante, hoy Venezuela está parada frente a un cambio del actual modelo político, fracasado, desgastado, y corrupto. Y por más obstáculos que nos pongan en el camino, esta es una realidad irrefutable. Muy pronto habrá un nuevo gobierno en Venezuela en el marco constitucional y pacífico, donde estarán representaciones de todas las organizaciones políticas y democráticas del país, y de organismos, gremios y sociedad civil en general. Nosotros no vamos a venir a hacer justicia por nuestras manos, ni a perseguir ni a amedrentar a nadie, porque precisamente una de las fallas de este gobierno ha sido esa. Venimos a trabajar a brazo partido por el rescate del país, por el reestablecimiento del Estado de derecho, por el progreso de Venezuela; y todos esos delitos de la revolución cometidos en nombre de un pueblo, no van a quedar impunes, pero de eso se encargarán los tribunales imparciales y los cuerpos judiciales que actuarán de manera imparcial.
No puede haber paz sin justicia, y precisamente uno de los cambios que exige nuestra gente, es contar con un gobierno pacífico y constitucional que se rija por la Carta Magna, y por tratados internacionales, que garanticen la sana convivencia y una mejor calidad de vida. Hasta que Nicolás Maduro no salga de la presidencia de la República, en Venezuela no habrá paz, porque son ellos los que instigan, odian, llaman a la violencia con su verbo incendiario, los que invitan a la guerra y a la división entre hermanos. La derrota de este gobierno es precisamente, por la carencia de inclusión, de participación, de aceptación y reconocimiento del adversario y de no haber querido escuchar a un pueblo que con tiempo les anunció que por allí no era el camino.
Bernabé Gutiérrez
Secretario Nacional de Organización
Acción Democrática
@adbernabe