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La protesta inclusiva, activa y pacífica

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La protesta inclusiva, activa y pacífica

”Históricamente, las protestas pacíficas que no crecen en tamaño y diversidad, para incluir a personas fuera de las áreas urbanas y de muchas edades, clases y tendencias políticas, por lo general han fracasado”, afirma Erica Chenoweth, doctora en Ciencias Políticas, profesora de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Denver, EEUU, e investigadora del Instituto de la Paz (PRIO), en Oslo, Noruega.

 

Consultada sobre Venezuela, advierte: “mi experiencia es más en los patrones generales de la resistencia civil y no en casos concretos”. No se siente calificada para analizar en detalle la actual conflictividad del país, pero basándose en las tendencias históricas que ha estudiado puede quizás predecir su evolución.

 

Chenoweth es considerada una experta en el estudio científico de insurgencias, tras analizar una larga data de todas las situaciones de calle en el mundo en las que, en el amplio lapso 1900-2006, grupos de al menos mil manifestantes buscaron un cambio de gobierno o liberación de un territorio, algo que nadie había investigado sistemáticamente.

 

El resultado fue su libro Why Civil Resistance Works: The Strategic Logic of Nonviolent Conflict (¿Por qué funciona la Resistencia civil? La estrategia lógica del conflicto no violento), coescrito con María J. Stephan, que les ha merecido varios premios y reconocimientos desde que lo editó la Universidad de Columbia en 2011.

 

Originalmente la hipótesis de Chenoweth giraba en torno a por qué la gente recurría a la violencia para generar cambios políticos, y estaba convencida de que el poder radicaba en las armas, “por muy trágico que sonara”. Pero en los 106 años comparados los resultados arrojaron, para su propia sorpresa, que numéricamente las campañas pacíficas de resistencia civil fueron doblemente más eficientes para lograr sus objetivos que las insurgencias violentas, incluso ante régimenes autoritarios con alto nivel de represión.

 

Concentrándose en si las protestas lograron o no lo que buscaban, establecieron tres categorías: resistencias civiles exitosas, parcialmente exitosas o fracasadas. Al analizar los métodos de acción se concluyó que las protestas pacíficas habían sido exitosas mayormente (53%), semi exitosas (25%) y fracasado en apenas 22% de los casos. En cambio, las violentas habían terminado en fracaso en 62% de las crisis, con éxito en 26% y semi éxito en 12%.

 

Y cuando se consideró el período histórico como variable, observaron que a medida que evolucionó la segunda mitad del siglo veinte el éxito de la protesta pacífica subió de 40 a 68,42% del año 1940 a 2006. Mientras, en esas mismas décadas, la violencia perdía terreno como herramienta para lograr un cambio político, bajando su eficiencia de 42,86 a 13,64%. A mediano plazo, ello también influyó en la construcción o no de instituciones democráticas una vez superada la crisis.

 

A partir de esa investigación, Chenoweth ha estado promoviendo un nuevo siglo XXI donde se luche “sin armas” y se supere esa enseñanza tradicional de la Historia que destaca más las batallas que los logros pacifistas.

 

De ello deriva su teoría de “la regla del 3,5%”, según la cual el poder no está en las armas, sino en la gente: ningún gobierno puede soportar la resistencia constante, activa, visible, coordinada e inclusiva de apenas 3,5% de su población, sin terminar cediendo ante las demandas o desintegrándose.

 

“Y he visto casos exitosos con mucho menos de 3,5% de la población”, pero lo interesante, dice, es que no es difícil superar ese porcentaje: las protestas pacíficas tienen, en promedio, 4 veces más poder de atracción y participación que las hostiles.

 

Se ha tratado, en los casos exitosos, de un desafío “de conflicto activo en el que civiles desarmados utilizaron tácticas como protestas, boicots, manifestaciones y muchos otros tipos de cooperación masiva en la búsqueda del cambio”. Ello ha incluido huelgas, cacerolazos, paros, apagones, concentraciones y/o dispersiones para distraer, perturbar y desorientar al régimen.

 

Ningún gobierno, puntualiza Chenoweth, está completamente aislado del resto del país, pues todo funcionario público tiene familia y amigos que conforman y seguirán en su entorno, pase lo que pase. Por eso en muchos casos comienza a expandirse la desobediencia.

 

-¿Qué necesita un movimiento de resistencia civil para lograr sus objetivos?

-Históricamente, las campañas de resistencia civil han surgido y tenido éxito en muchos tipos diferentes de sistemas políticos, incluyendo dictaduras y régimenes represivos. Ninguna clase de país es inmune a este fenómeno. Sin embargo, las campañas no violentas no tienen éxito sólo por ser no-violentas. Son exitosas porque tienen más probabilidades que las violentas de apelar a sectores cada vez más amplios de la sociedad, lo que les permite construir poder desde abajo.

 

-En Venezuela ha habido protestas de diversos tonos y modalidades desde hace al menos 12 años. ¿Qué tan importante es la postura de la comunidad internacional para validar procesos de resistencia civil contra un gobierno?

-Yo he analizado los efectos del apoyo internacional en el éxito o fracaso de las campañas no violentas. Curiosamente, mi investigación sugiere que, al menos entre 1900-2006, las campañas no violentas que recibieron el apoyo directo de un estado extranjero no necesariamente tuvieron más probabilidades de éxito que las que no recibieron tal apoyo. Por otra parte, las sanciones de la comunidad internacional en contra del gobierno no tuvieron efecto general sobre las tasas de éxito de las campañas de resistencia civil. En general, por lo tanto, creo que el énfasis en el contexto internacional es exagerado. Los movimientos no violentos exitosos parecen derivar su poder de las comunidades locales y no de los intereses extranjeros.

 

-Para algunos expertos, con apenas 34 años de edad estos hallazgos ya la encaminan a ganar el Nobel de la Paz…

-No creo que lo ganaré. Ese es un honor normalmente reservado para personas con mucha más visión y coraje del que yo tengo.

 

Por Erica Chenoweth

http://www.conflictove.org.ve/

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