Nuevamente en épocas de revolución se plantea la discusión sobre la solicitud por parte del Ejecutivo Nacional de una ley habilitante que le dé poderes sobre la Asamblea Nacional. La experiencia nos ha dicho que anteriormente cuando Chávez las solicitó, las mismas fueron utilizadas para imponer un modelo contrario a la mayoría del país e incluso violatorio de la Carta Magna.
Hoy Maduro y su gobierno piden una habilitante para iniciar una suerte de lucha contra la corrupción, pero que en el fondo lo que busca es generar una legislación hecha a la medida de los deseos de persecución y represión a la disidencia política al gobierno. Una habilitante no elimina la corrupción, deberíamos empezar por tener fiscales honestos que investiguen y jueces que dicten sentencias oportunas y ajustadas a la ley para así combatir la impunidad que existe en materia de corrupción.
Al oficialismo le hace falta un diputado para lograr aprobar la habilitante, y conseguir a ese diputado no podrá ser de otra manera que a través de la corrupción, ya que hemos visto cuál es el método que usa el gobierno para ganar adeptos dentro de la Asamblea Nacional. Es importante destacar que este gobierno busca culpables en la oposición de corrupción pero no se da cuenta, o mejor dicho se «hace el loco», de que la corrupción está enquistada en lo más hondo de su gobierno y de su partido y que los mayores escándalos han provenido de sus filas, y lamentablemente han sido tapados y engavetados por las instituciones responsables de sancionarlos.
Venezuela necesita un sacudón ético y moral, y no son precisamente los que hoy gobiernan los más facultados para materializar ese sacudón.
Vicepresidente del Concejo Municipal El Hatillo
Por Eduardo Battistini