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Jugando con fuego

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Jugando con fuego

El Presidente ha muerto. En lo personal lo siento mucho. El día 6 de marzo fui, con la rectoras del Poder Electoral, a manifestar mis respetos y condolencia sinceras, frente al féretro de un hombre cuyo legado impactará a los venezolanos por varias generaciones y cuyo pueblo lo amó con devoción.

 

Hable muy pocas veces con él. Siempre fueron encuentros polémicos, tensos por momentos, generalmente cordiales, pero respetuosos y salpicados al final de buen humor. En el último le pedí por los presos políticos o políticos presos, como les dicen en el Gobierno. Mencionó que él había sido un preso político y que salió libre por una medida de gracia del presidente Caldera. Me dijo que se podía avanzar en la materia y que el vicepresidente y José Vicente Rangel estarían en eso.

 

Ahora ha muerto. Polémico en su vida, no podía ser distinto en su muerte. Sólo que esa polémica se ha vuelto irresponsable y peligrosa.

 

Estaba en sus últimas horas cuando Nicolás Maduro le indicó al país de su empeoramiento y que tenía la sospecha, la intuición de que el cáncer le pudo haber sido inoculado; y ha venido insistiendo en el tema.

 

Si de verdad se tiene esa inquietud, lo serio, lo responsable es quedarse callado hasta investigar médica y policialmente esa hipótesis y no levantar sospechas de esa magnitud a menos que se puedan presentar evidencias irrefutables. ¿Sería un gobierno extranjero? ¡Entonces fue un acto de guerra! ¿Sería un sector político? ¿Algún ambicioso o resentido con acceso al Presidente? Eso es jugar con fuego. Más seriedad. En 1994, 75% de la población de tutsis de Ruanda fueron asesinados porque desde el gobierno de mayoría hutus se difundió la especie infundada de que los primeros habían tumbado el avión del Presidente.

 

Y hace pocos días Henrique Capriles dejó entrever su intuición, su sospecha, también sin evidencias, de que el Presidente pudo haber muerto en una fecha anterior a la públicamente anunciada por el vicepresidente. Es decir, que el Gobierno mintió al anunciar la fecha de la muerte. Es una afirmación muy delicada. Si hubiese sido cierto había que demostrarlo. Si no lo es, genera una indignación legítima en la gente que lo amaba y admiraba. La carga emocional de dolor y pérdida se puede convertir en una tempestad de ira irracional ante una afirmación de esta naturaleza.

 

Eso no quiere decir que el Gobierno no haya fallado al generar unas expectativas de recuperación que la población creyó.

 

Por lo pronto ya Capriles ha recibido amenazas de muerte. Por cierto, es responsabilidad del Estado preservar la vida de todos los ciudadanos, y garantizar la seguridad de los candidatos en sus actos de campaña.

 

Confío en que estas afirmaciones de ambas partes hayan sido sólo imprudencias derivadas de los intensos días que hemos vivido. Pido a los bandos en pugna un poco de sindéresis. La campaña será corta pero dura e intensa. Tengamos mucho cuidado en no pasar la raya.

 

El país vive momentos de consternación, dolor e incertidumbre. La historia juzgará a esta generación. Esperemos que nos juzgue como los venezolanos que supimos administrar nuestras diferencias en paz dejando de jugar con fuego.

 

Fuente: EN

Por Vicente Díaz

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