El huracán ‘Irma’ es ya el más fuerte registrado nunca en el Atlántico ATLAS
Las colas para echar gasolina recuerdan a la histeria colectiva que Orson Welles provocó con el episodio radiofónico de ‘La Guerra de los Mundos’
Hasta ahora el nombre propio Irma evocaba para mí la protagonista del mismo nombre en la deliciosa comedia romántica que dirigió Billy Wilder en 1963. Pero aquella Irma la Dulce que encarnaba Shirley MacLaine y le robaba el corazón a Jack Lemmon nada tiene que ver con esta Irma huracanada que avanza sobre el Caribe como una diosa enfurecida.
Así han bautizado al nuevo huracán que sucede al devastador Harvey, del que todavía no se han repuesto en Texas. Irma es una gigantesca masa que amenaza con arrasar en las paradisíacas islas caribeñas y en su todavía impredecible trayectoria podría causar destrozos en Florida, Estados Unidos, si no traza esa curva que la llevaría hacia la costa del Golfo. Los meteorólogos siguen su recorrido entre la cautela y el temor ante un ciclón que ha alcanzado categoría cinco y que es uno de los más potentes que se recuerdan por la velocidad de sus vientos.
En Miami, donde vivo, la gente está acostumbrada al paso de los huracanes y todavía perdura en la memoria de muchos la destrucción que causó Andrew hace 25 años. Aquel fue un huracán sin apenas lluvia pero con vientos letales que apisonaron parte de la ciudad y se llevaron por delante unas 125.000 casas. En el verano de 1992 la población aprendió su lección: había que estar preparados para lo peor y ante una inminente catástrofe natural no había espacio para la improvisación. Desde entonces, cualquier amago de un «viento platanero» (así se le dice popularmente en el Caribe a un ciclón de baja intensidad) moviliza a los habitantes como si se tratara de la víspera del Apocalipsis.
En esta ocasión, con gráficas en las que Irma parece un Godzilla de agua y corrientes dispuesto a desatar toda su ferocidad contra los simples mortales, las incursiones a los supermercados, ferreterías y gasolineras ya son romerías interminables entre los llamados «cicloneros», entusiastas de estos fenómenos de la naturaleza que oscilan entre la alarma temprana y la anticipación del jolgorio con abundante comida y bebida durante el encierro obligado por la tormenta.
Por lo pronto, en los anaqueles ya no hay agua ni artículos de primera necesidad. Las colas para echar gasolina -cuyos precios después de Harvey se han disparado-recuerdan a los momentos de histeria colectiva que Orson Welles provocó con un episodio radiofónico de la popular novela de H.G. Welles ‘La Guerra de los Mundos’. Según la leyenda, creyendo que aquellas ficticias explosiones provenientes de Marte anunciaban la llegada de extraterrestres, los radioyentes se echaron a las calles para huir de la supuesta invasión de los intrusos.
A diferencia de la «broma» de Welles en la noche de Halloween de 1938, Irma es un peligro real que devuelve la angustia que se vivió con Andrew hace algo más de dos décadas y sucede poco después del trauma que han padecido los damnificados de Harvey. Tras una cobertura continua con imágenes de hogares inundados, familias ahogadas, ancianos desahuciados, mascotas extraviadas y voluntarios que perdieron la vida salvando a otros, en el Sur de la Florida, donde los expertos ya predicen que a largo plazo sus zonas costeras acabarán como la Atlántida por los efectos del cambio climático, la evolución de este huracán nos ha quitado el sueño. Ojalá que no lo recordemos como Irma la feroz.
Gina Montaner