Menos de una semana después de que los medios no oficialistas estuvieran dándole la lata al gobierno con el asunto de que la pobreza había aumentado en 2013 según las propias cifras del INE, ocurrió uno de esos enredos comunicacionales en los que suelen entrar cuando algo se les sale del guion.
Primero se dijo que la cifra no era oficial. Después, que se necesitaba una medición más integral a la de considerar solamente el ingreso para medir la pobreza. Paso siguiente, el link de pobreza de ingreso no abría en la página del INE, ni ninguno de los indicadores que antes presentaban cada mes en rueda de prensa. Por último, el pasado sábado 5 de junio se reconoce el aumento de la pobreza el año pasado, pero rápidamente se deja caer o se sugiere la peregrina idea de que estos pobres son distintos a los del pasado, que en 2018 la pobreza sería cero y las misiones sociales contribuirán con ello, todo lo anterior seguido de un largo bla, bla, bla. ¡Sobran las palabras!
Alguien allá dentro, puede que con una sensibilidad mayor al mero interés político de mantenerse en el poder a cualquier precio, debe estar diciendo que el caos social por el que estamos transitando debe ser atendido por un gobierno que se dice socialista, aunque ello signifique el reconocimiento tácito de ser los responsables de la crisis que venían encubando desde hace años y, lo más importante, de la ausencia de una política social para enfrentarla.
Las misiones sociales son un fraude. Eso lo grita una realidad inocultable. Su relanzamiento, como muchos de los distintos reinicios del gobierno (sean planes económicos o de seguridad), padecen los mismos vicios y contienen las mismas incoherencias que hicieron que los programas anteriores fueran un fracaso.
En primer lugar siguen privilegiando los objetivos políticos antes que los sociales. Lo que tratan es de crear la sensación de atención, de movilizar a la gente, de darles trabajo y discurso a los enclaves de militantes en las zonas populares, de tener un mensaje con el cual responder al descontento, así como fabricar un paquete de promesas que calmen las demandas.
En segundo lugar, son planes que, tal y como nacieron las misiones de Chávez, aparecen como consecuencia de la impopularidad. La economía va por delante, ajustando y dejando víctimas por efecto de la inflación y el desabastecimiento, pero no es sino cuando la popularidad va directo contra el piso cuando se acuerdan de la necesidad de compensar socialmente, y entonces allí sí comienzan a inventar planes.
Tercero, vuelven invisible la realidad que no les gusta. Incluso tuercen la interpretación de los datos cuando no les favorece. Nadie creería o diera valor a eso de que “los pobres de hoy están mejor que los de ayer”. Pobres son pobres y el hambre tiene la misma cara de perro. Aquí o allá, en el pasado o en el presente. Lo único cierto es que la política social de este gobierno no fue la causa de que la pobreza descendiera hasta el año 2008, aunque se utilizó como placebo del verdadero responsable el aumento del precio del petróleo.
No hay una sola evidencia de causalidad entre descenso de pobreza y misiones sociales. Si hubiesen tenido algún efecto, más allá de distribuir privilegios a sus partidarios en el barrio, ¿por qué razón no siguió reduciéndose después de 2008 o, más aún, por qué creció siete puntos porcentuales en un solo año?
Por la hipocresía de privilegiar lo social cuando la prioridad es el poder, por mantener la lógica de castigar económicamente y pensar en compensar solo cuando el malestar se transforma en impopularidad, y por el engaño de atribuirles a sus políticas mejoras estructurales cuando fueron simple consecuencia de una burbuja de ingreso petrolero, es que las misiones son el fraude mejor vendido de la historia política del continente.
Este año y el próximo serán de aumento de la pobreza. Seguramente terminemos 2014 con niveles de pobreza similares a los de 2006 y, tras la recesión continuada en 2015, habremos retrocedido hasta 2004. En poco menos de tres años el gobierno lanzará por la borda el supuesto avance de más de una década. Pero antes de eso la propaganda oficial se encargará de invisibilizar a los pobres, como trató de hacerlo hace unos pocos días. Solo así podrán llegar a la meta de “pobreza extrema cero” incluso antes de 2018. Claro, con estas prácticas, con esas políticas comunicacionales, porque no hay otro modo de que puedan hacerlo.}
Luis Pedro España