Para el momento que escribo estas líneas pareciera claro que la oposición de la Mud en bloque no participará en la elecciones, aunque un sector de oposición muy comprometida con sus financistas si participará y otro sector crítico, con una propuesta de fórmula mixta para la participación ni siquiera será llamada.
El problema de participar o no en las elecciones no es definir el candidato, es la unión con la que se pudo asistir. Esta claro que estás elecciones con el sistema electoral y de partidos que queda es absolutamente fraudulenta y está diseñada para que todas las condiciones sean adversas a una victoria distinta a la del gobierno, pero también es cierto que es absurdo pensar que el gobierno de Maduro facilitará condiciones para que la oposición gane unas elecciones presidenciales, porque es profundamente antidemocrático.
Dividirse entre quienes participarán o no, entre los que se abstendrán y no, entre los que estás esperando los “marines” o no, satisface por completo el objetivo del gobierno: dividir, fragmentar y derrotar. Pero sin duda, los peores son los idiotas que piensan que si no se hace nada, convocando a una organización popular que no han sido capaces de articular por años, van a lograr una nueva revolución porque el pueblo los aclamará por puros y asépticos.
La posibilidad de haber hecho una campaña de unión y protesta, dirigida por un outsider en una fórmula que demostrara que a pesar de las diferencias es posible la reconciliación para salir de la crisis, sustituyendo esta acción concreta por la inacción, la ausencia de liderazgo y la expectativa de que la resolución de los problemas de los venezolanos ya no está en manos de nosotros sino de la comunidad internacional, es sin duda la más de las equívocas decisiones de una conducción de la MUD que decreta por anticipado su muerte definitiva como instancia de decisión política de la oposición, y demanda urgente la creación y constitución de un nuevo centro político que permita en el marco de la diversidad y las diferencias, reestablecer el Estado de Derecho para que democráticamente las diversas opciones puedan volver a entrar en competencia por la preferencia de las mayorías.
El no participar además anticipa, por parte de quienes no lo hagan pudiendo hacerlo, que la expectativa generada a la población va en contra vía a la resolución soberana de nuestros problemas, pero tambiénpretende inhabilitar a los que si desean participar porque quedarían como “colaboracionistas” de una elección que definitivamente no tendrá posibilidad de reflejar la realidad del país, legitimando a Maduro sin mayor esfuerzo de fraude.
Al final, reeditar un 23 de enero de 1958 en el siglo XXI, sólo será posible en unión, juntos, pero si esto no se logra, lamento pensar que habrá madurismo para rato, aún a pesar de cualquier intervención extranjera que puedan algunos estar calculando.
Nos tocará a los que quedamos fuera de todo factor de poder y de decisión, aún no encarcelados o en el exilio, reconstruir a una oposición viable, pertinente y certera, que demuestre su capacidad de salir de esta crisis de manera hábil, generando la confianza de que sí somos capaces como venezolanos de afrontar nuestros propios problemas, manejando todos los factores de influencia internos y externos y no delegando a la comunidad internacional todo lo que deberíamos hacer con nuestras propias manos.
Nicmer Evans
Fuente: https://www.aporrea.org