La historia de los intereses entre los medios y el poder puede en algunos casos ser «traumática»
Esta historia no es nueva. Recuerdo como por allá en la época de Jaime Lusinchi una jovencísima reportera (aún pasante) llegó a su redacción emocionada porque tenía la «exclusiva» de las declaraciones de la señora Gladys (para entonces primera dama) quien había roto el silencio a propósito del poder que había desarrollado «la otra»: Blanca Ibáñez. En la (aún ingenua) mente enfebrecida de esa pichona de periodista soñaba con el «éxtasis» periodístico del «tubazo», las felicitaciones de sus jefes y la apertura con esa noticia… Ese día fue el «bautizo» con el mundo real en los medios de comunicación. El asunto no es tan idílico como te lo planteaban en los salones de clase. Una «trama de intereses» solía estar detrás de todo. Cuando la joven reportera llegó al medio lo que hubo fue un regaño y una advertencia de la más alta autoridad de ese medio. ¿Cómo se le ocurrió entrevistar a esa señora? ¡Por supuesto que eso no va!
La chica de la historia tenía dos opciones o callaba y se atenía a la censura procurando así un futuro seguramente prometedor en ese medio o le ponía punto final a la pasantía. Esa «perdida de la virginidad» en el mundo real del periodismo, concluyó con el fin de la pasantía «por motivos personales».
La historia de los intereses entre los medios y el poder puede en algunos casos ser «traumática» para quienes quieren ejercer el periodismo con el sentido ético de la búsqueda de la verdad como en el caso que acabamos de reseñar, pero también te encuentras en el camino, gente que tiene muy claro cuál es el papel del periodismo en la sociedad. Desde dueños de medios que enfrentan presiones de quienes son los mandones de turno, hasta jefes que a su vez «dan la cara» ante los dueños de estos medios para que «esa verdad» que todos los periodistas buscamos día a día salga a la luz pública.
Quien esto escribe tiene una larga historia que contar en el afán de lo que siempre ha sido público para este gobierno en su «afán por la hegemonía comunicacional». Desde el cierre de medios como CNB, pasando por la narración «en vivo» de la última transmisión de RCTV y, por supuesto, el dolor inmenso en primera persona por el desmantelamiento de Globovisión. Por supuesto que la palabra «ingenuidad» ya no está en el registro, mientras que el término «desconfianza» y, por supuesto, el de «incertidumbre» son nuestro día a día. Sin embargo, cuando respetas y compartes el tipo de periodismo de los líderes de una redacción quienes se han caracterizado por su sentido crítico y el ejercicio ético de la profesión sabes que nadie mejor que ellos van a estar alertas ante el «lápiz rojo» del «no va». Hasta ese día… Si no, como hizo la joven pasante del principio de esta historia.
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