Cuando Maduro compareció ante la AN, Venezuela esperaba que diera un mensaje del cual se desprendieran rectificaciones de fondo para superar esta difícil situación que vivimos, pero, lamentablemente, tanto del contenido de su discurso leído como de los anuncios posteriores se comprueba que el Gobierno está viendo las cosas de un color distinto al que está viendo el pueblo venezolano.
Para el año 1999 los ingresos de divisas en un 69 por ciento provenían del sector petrolero y el 31 por ciento era generado por los otros sectores de la economía, y para esta fecha, el 96 por ciento de las divisas son de origen petrolero y la contribución de los otros sectores se ha reducido a un cuatro por ciento. En consecuencia, se impone un análisis serio y rectificaciones a esa dirección de dependencia nefasta en la que estamos.
Pero la reacción del Gobierno nacional ante esta situación es totalmente contraria a la necesidad de rectificar para generar confianza a la inversión, a la revisión de tantos controles ineficientes, a rectificar en el irrespeto a la propiedad privada, a seguir inflando la carga burocrática innecesaria, y por el contrario, el Gobierno llega a la conclusión de que dado que el sector privado solo aporta el cuatro por ciento de las divisas que actualmente le ingresan al país, no merece el apoyo del Estado, el cual se reserva las divisas que provienen del petróleo para seguir financiando los errores que destruyeron la producción nacional hasta el punto en el cual se encuentra hoy en día.
Al sector privado no se le permite generar más divisas para el país, cada día está más reducido por tantas empresas cerradas, y las que quedan se ven tratadas como enemigas del bien común. Mientras tanto, un pequeño grupo dentro del Gobierno y sus testaferros se enriquecen con el manejo no transparente de los dólares de todos los venezolanos.
Cuando las cosas están tan negras para Venezuela y su futuro, Maduro las sigue viendo con unos lentes de vidrios rojos que le mandaron de Cuba.
Por Omar Barboza