Apreciemos la vida, a pesar de los líderes de turno y de nuestras desdichas cotidianas
Hacemos propósitos de enmienda en lugar de evitar tener algo que enmendar. En ocasiones, no perdonamos por escuchar la sugerencia de quien se alegra por tu desdicha para sentirse acompañado en la suya.
Si las cosas no resultan como te apetece, te obnubila el dolor por un tiempo infinito. La vida comienza a comportarse como testigo inmutable de nuestro pesar, no interesado en intervenir.
Y es que el sufrimiento cesa, solo cuando nos purificó la pena y, es probable, que te espere un destino más sublime. Vivimos una sucesión de hoyos y cimas.
La experiencia te hace valiente y comprendes que el desconsuelo da carácter. Todo parece revolverse en Navidad. Época feliz, llena de nostalgia y, más despechados a tu alrededor.
«¿Cómo es posible que te dejara en Navidad?» (como si no le fuera a doler igual en julio). «¡Mis padres no van a compartir conmigo estas fechas!» (te duele en año nuevo y te dolerá toda tu vida).
Este diciembre vi menos adornos, y un profesor me dijo que los venezolanos tenemos quince años viendo la Navidad con pesadumbre, porque invocamos una esperanza, sin fundamento, de que el año que viene todo cambiará y se podrá celebrar.
Este año siento que esto está lejos de componerse. Como colectivo vivimos una gran tragedia y, además, debemos cargar con las individuales. A veces creemos que la gran desgracia es el Gobierno, mientras muchos sollozan además por una relación amorosa, por un empleo o por ¿qué se yo? Lo que afortunadamente aprendes de adulto, es que mientras estás vivo, no hay finales, sino millones de comienzos.
Empiezas a agradecerle al Niño Jesús y le dejas de pedir. Cada vez necesitas menos cosas y demandas más cariño. Los disgustos son más cortos porque no quieres perderte besos. Así, dejamos de existir y comenzamos a vivir.
Siempre que tenemos una angustia, el resto de nuestra historia pierde relevancia por uno solo de nuestros episodios. Mi deseo es que apreciemos la vida, a pesar de los líderes de turno y de nuestras desdichas cotidianas.
No miremos sólo el horizonte, nos perderíamos los letreros, señales, paisajes y, sobre todo, la compañía de quienes siguen montados con nosotros en esta aventura que es la vida.
Además, tenemos un reto muy importante como venezolanos: comenzar a vivir como pensamos, si no, acabaremos por pensar como este gobierno nos ha hecho vivir.
@carlaangola
Carlaangolarodriguez@gmail.com