Hace algunos días Nicolás Maduro, en una de esas reflexiones geniales que comienzan a perfilar su imagen pública, dijo algo más o menos así: Cuando tengamos algún problema grave delante de nosotros solo imaginemos cómo pensaría nuestro comandante supremo y cuál sería su foco para solucionarlo. Tratemos de meternos en su mente y encontraremos la solución adecuada.
Más allá de la jalada de mecate, cosa que también modela su imagen como político, y dejando a un lado el empeño necrófilo de esta forma de conducirse ante el país, está claro que este gobierno no tiene nada qué ofrecer distinto a lo que ya ha ejecutado de la mano de los Castro. Eso se sabía. El mismo Maduro lo dijo durante la campaña en la que dilapidó más de millón y medio de votos que le dejó el finado comandante y que obligó al castrocomunismo a realizar cualquier cantidad de marramucias y trampas para mantenerse frágilmente en el poder. Decía Maduro: nuestra misión, por mandato del comandante, es terminar su obra y llevar adelante el plan socialista 2013-2019. Es decir, más de lo mismo. O peor de lo mismo. Eso se traduce en meterse en la cabeza del extinto y encontrar sus soluciones mágicas. Veamos.
¿Qué haría el finado para atacar el problema eléctrico? Inventaría un plan, repetiría un plan, militarizaría, colocaría a un familiar al frente, entregaría el asunto a los cubanos, pediría prestado por enésima vez para inyectar recursos al barril sin fondo de la corrupción. Antes, acusaría a la oposición de sabotaje, a algunos animales y hasta al imperio.
¿Qué haría para atacar el problema de las viviendas? Expropiaría terrenos donde sea, dejaría sin trabajo a un gentío producto de esas confiscaciones, amenazaría a los constructores, confiscaría empresas constructoras, metería preso a los empresarios, se apoderaría de todas las empresas del ramo. Y, claro, los culpables de siempre: la oposición y el imperio.
¿Qué haría el gigante para atacar la terrible inseguridad? Fácil, Maduro. Invéntate unos 20 planes de acción inmediata, militariza hasta las busetas, tírate unas 40 cadenas, dale cuerda al ministro para que rebata a la prensa, agarra algún malandro por ahí y págale para que declare contra las policías de municipios de oposición. Y, naturalmente, acusa al imperio.
¿Qué haría para combatir la escasez? Exprópiese, confísquese. Acuse de acaparadores a los empresarios. Acuse al imperio. Pero no suelte ni un dólar para reactivar la producción.
Eso sí, procure no meterse en la mente del finado usando el telescopio médico de Maduro. Tal vez sea mejor con el mecanismo de comunicación bidireccional vía DirectTV de Carreño.
Tiempo de bobadas necrófilas.
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Fuente: EU
Por Elides Rojas