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Un profesor emérito es un catedrático al cual se le reconoce por su excelsa labor pedagógica y ejemplo de vida no sólo en el marco de la institución que confiere tal carácter sino en función de logros y aportes que han beneficiado a toda una colectividad. Por esa razón, a pesar de haber llegado el momento de su retiro se le mantiene como miembro activo del cuerpo docente. Pues bien, el Instituto de Estudios Superiores de Administración, IESA, ha decidido conferirle dicho honor a Ramón Piñango, activo profesor fundador y expresidente de esa prestigiosa casa de estudios. Quienes hemos sido sus alumnos aplaudimos tal decisión ya que el merecedor es ciertamente un académico fabuloso y nada convencional y, a la vez, un venezolano de excepción.

 

Ramón Piñango, el PhD de Harvard que contribuyó a la construcción de la mayor referencia académica en estudios gerenciales en Venezuela, es un hombre sencillísimo. No le gusta ni siquiera que le presenten como expresidente del IESA…. nada más grande que presentarme tan solo como un profesor del IESA dice. En su oficina hay libros a patadas, obras de arte (propias y de terceros) y conocimiento desparramado en pizarras ordenadísimas…pero también un catre portátil donde echa un camaroncito entre jornada y jornada o cuando le ha tocado llegar muy temprano desde San Antonio. Eso sí….nunca falta a una clase ni llega tarde.

 

Ciertamente, el brillante profesor es un tipo nada convencional. Su forma de dar clases reta las creencias de los participantes y siempre parece flotar sobre la experiencia laboral de cada quien. Es capaz de burlarse de sí mismo como si nada….y acto seguido se va muerto de la risa por los pasillos. Humor, experiencia y sabiduría vienen al caso pero también una sugerente capacidad para conectar con la audiencia y sus necesidades. Las malas lenguas dicen que esa sensibilidad tiene razones astrales y conexión con su pasión por los animales. Esta forma de ser…lo hace una persona peculiar. Por eso no me extrañó su respuesta a una traviesa pregunta que le hice en días pasados. -Ramón, ¿qué se siente ser un emeritus?.. le reté. -Es raro. Ahora siento que la gente me ve como vestido todo de blanco y con zapatos rojos…temo que me pidan milagros…..y lanzó la carcajada.

 

En esa misma personalidad habita un académico de trascendencia. Ya en El caso Venezuela: una ilusión de armonía (1984), Piñango y Moisés Naím advirtieron la profundidad de una crisis que permanecía sin explotar y previeron las consecuencias de su estallido. La crisis hoy sigue abierta aunque con apariencias distintas y, por ende, el libro no ha perdido vigencia alguna aún en medio de los estertores de la Venezuela chavista.

 

En 1992 cuando fui por primera vez su alumno en el marco del Programa Avanzado de Gerencia, Piñango era también el Presidente del IESA en los precisos momentos en los cuales había una tormenta desatada por el paquetazo aplicado por CAP II. Entonces yo era diputado al Congreso. Al final de una clase me invitó a conversar en privado en su oficina. Pensé que era para reprenderme por alguna tarea pendiente. Para mi asombro…conseguí a la entonces cabeza visible del IESA en una posición muy crítica con respecto a la forma de aplicación del programa de estabilización en marcha. Su angustia era inocultable y contagiosa. Sus observaciones sobre las deficiencias en el cuidado político, secuencia de ejecución, manejo comunicacional del proceso y agenda social compensatoria casi inexistente fueron compartidas y guardadas celosamente hasta hoy. Unos años después fui a Harvard y en la Escuela Kennedy me conseguí al profesor Danny Rodrik quien, albergando las mismas angustias de Piñango, contribuyó decisivamente a cambiar la faz de esos programas de ajuste macroeconómico apuntando a los programas de segunda y tercera generación…todavía en boga.

 

En 2010 volví a ser alumno del profesor Piñango en los estudios de MBA y ya concentrado en los estudios de liderazgo lo reencontré actualizado en esa área y además con propuestas agresivas en cuanto a la resiliencia, el papel y responsabilidad de los seguidores y una adaptación de criterios de análisis financiero aplicados al campo de la dirección que él ha dado en llamar la prueba ácida del liderazgo. El prestigioso profesor, como siempre, se mantenía dos o tres pasos adelante de mucha de la literatura en boga.

Estas referencias demuestran que está constantemente a la cabeza de su tiempo y eso lo convierte en un extraordinario protagonista pedagógico.

 

Ese es el profesor Piñango. Nada de doctor Piñango… Solo profesor Piñango o Ramón…a secas. Un emérito de lujo, un académico de gran visión de futuro y un venezolano singular de digna vida para quien este país es motivo permanente de reflexión, preocupación y acción. Un ciudadano que pudo haber marchado a desarrollar investigación y pedagogía a otros lares pero prefirió quedarse para contribuir a que los empresarios fuesen más responsables en términos sociales, los nuevos aspirantes a liderar estuviesen mejor formados, los gerentes actuasen de forma proactiva en las labores del cambio organizacional y el IESA contara con su incondicional salvaguarda.

 

Unos cuantos como él y cambiaríamos el rumbo de la historia de nuestro país.

 

petitme.iugtint.com.pa@gmail.com

 

VLADIMIR PETIT

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