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El silencio de la Cancillería

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El silencio de la Cancillería

Como el país observó, la pasada semana fui objeto de un vulgar atropello por parte del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. Me dirigía al igual que los colegas Luis Florido y Ángel Medina (quienes corrieron con similar e infortunada suerte) a Managua para entregar un Acuerdo aprobado por la Asamblea Nacional en solidaridad con los 28 diputados opositores defenestrados arbitrariamente por el vándalo y sátrapa de Daniel Ortega. Nosotros como miembros de la Comisión de Política Exterior, pero además como demócratas convencidos, viajamos a Nicaragua y llegamos el jueves 4 agosto a las 9 am. Fui retenido por funcionarios de inmigración que impidieron mi acceso acusándome de terrorista y narcotraficante.

 

 

Se trata de un hecho solo comparable con el muro de Berlín. Es absurdo que en pleno siglo XXI seamos víctimas de estas escenas vergonzosas de veto a quienes pensamos diferente y que además somos hermanos latinoamericanos. Me maltrataron y vejaron durante casi 24 horas. Me mantuvieron por varias horas incomunicado mientras extraían y borraban toda la data de mi celular, decomisaron el pasaporte y mis credenciales como diputado venezolano y parlamentario del Mercosur. No me permitían ir a ningún sitio sin custodia y al preguntar por qué la custodia, me contestaron, “usted es un sujeto de alta peligrosidad “. La verdad es que fue un trato desagradable y un rato amargo por el delito de creer y defender la libertad y la democracia que no tienen fronteras.

 

 

Al llegar a Venezuela, luego de largas escalas en San Salvador y Bogotá, recibiendo en ambos aeropuertos el mismo maltrato, tratándome como a un delincuente, violando mis derechos humanos y mis derechos parlamentarios me mantuvieron alrededor de una hora en inmigración para finalmente entregarme el pasaporte y mis credenciales y además un Acta donde colocan como motivo de mi inadmisión: “terrorista y narcotraficante”.

 

 

La realidad es que el régimen de Ortega no acepta la disidencia y no tolera la libertad de pensamiento. Nosotros viajamos por un compromiso institucional pero también por el compromiso de vida que constituye la defensa de la democracia, la libertad y de nuestros valores latinoamericanistas. Aunque impidieron nuestra entrada, el pueblo de Nicaragua sabe de nuestro apoyo así como los diputados destituidos. Agradecidos por su apoyo en las horas de nuestra deportación ilegal a Venezuela, sobretodo a la Diputada Edipcia Dubón, también destituida por Ortega.

 

 

Daniel Ortega desvirtuó el pensamiento y doctrina de Augusto Sandino. Hoy el sandinismo que otrora desde Venezuela apoyamos por ser un movimiento revolucionario demócrata de Centroamérica no es lo que en su concepción originaria fuere. Esa lucha sandinista primaria contra la dictadura de Somoza que también fue motivo de lucha de los venezolanos, se ha transformado en un deplorable y lamentable régimen autoritario criollo que representa la degradación de principios y valores que en algún momento caracterizaron al sandinismo. Daniel Ortega oprime al pueblo y no permite el desenvolvimiento de la oposición nicaragüense, pero además atenta contra la institución universal de la inmunidad parlamentaria cuando retiene y expulsa a diputados, violando preceptos básicos de derecho internacional y prerrogativas de los parlamentarios del Mercosur y el Parlatino.

 

 

En todo caso, nosotros no tenemos miedo. Fueron momentos amargos pero a nosotros no nos humilla un perverso régimen como el orteguista, nosotros fuimos formados para la lucha y por eso con la frente en alto continuamos. Lo más lamentable es el silencio de la Cancillería y la Procuraduría General de la República que han debido expresarle a Nicaragua el rechazo por la violación de los derechos de parlamentarios venezolanos que son parte del Poder Legislativo, pilar fundamental del Estado. Lo que sucedió no significa un atropello solo a Florido, Medina o el suscrito, sino que es una falta de respeto a Venezuela que la Cancillería y la Procuraduría han debido protestar con la misma vehemencia con la que actúan en favor del gobierno. Fue una agresión al Estado que es inaceptable por encima de las diferencias políticas. El silencio del gobierno venezolano lo hace cómplice y debilita aún más la imagen de Venezuela frente al mundo y fracciona nuevamente su relación con la Asamblea Nacional.

 

 

Nosotros vamos a continuar con más fuerza denunciando estas agresiones en el mundo entero y sobretodo en América Latina. Tendrán que deportarnos de todos lados porque para nosotros es fundamental informar la realidad de Venezuela y las vejaciones diarias a las que está expuesto el pueblo, así como la permanente amenaza sobre la Asamblea Nacional y la pretensión de anular sus providencias a través de vergonzosos fallos de la Sala Constitucional manipulando la letra de la Constitución contra sí misma. Tenemos el respaldo del pueblo y haremos lo que tengamos que hacer para salir más temprano que tarde pacífica y democráticamente de esta tragedia histórica que más ha alimentado a regímenes como los de Daniel Ortega que al propio pueblo de Venezuela que tiene hambre.

 

 

@WilliamsDavila

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