El perro se muerde la cola

El perro se muerde la cola

La pregunta de las 50 mil lochas (devaluadas como todo), la que más se publica en el Twitter, la que vemos desarrollada como análisis en la prensa nacional e internacional es, luego que el máximo tribunal habló, ¿qué viene ahora? Cada quien tiene su respuesta particular que va desde las acciones más radicales, pasando por el típico y pavosísimo: «yo te lo dije», hasta la que vemos en su pleno esplendor: «acudiremos a las instancias internacionales».

 

De lo que no se habla es de la sensación de camino cerrado, de frustración con calentera que tenemos buena parte de los venezolanos, quienes observamos una total y absoluta indefensión en la defensa de nuestros derechos. Podrán afirmar como lo hacen algunos dirigentes que «esta decisión lo que evidencia es la trampa de las elecciones» (y tal vez sea verdad), podrán señalar que la misma es producto de la «desesperación» (no la vemos) del gobierno por los números de las encuestas, podrán darle el razonamiento que quieran, pero lo cierto, lo total y absolutamente verídico es que estamos «fregados» (por decirlo con una palabra publicable).

 

Y es que las instancias internacionales no podrán hacer nunca lo que debemos hacer los venezolanos, y aquí el juego luce trancado porque cualquier cambio por la vía democrática, que es la que todos queremos y aspiramos, pasa por el CNE sobre el cual conocemos la historia y si no estamos de acuerdo con sus resultados, «elevarlos» al TSJ en el cual sabemos también su desenlace. Es la «eterna historia», el cuento de nunca acabar, el perro siempre da vueltas sin sentido para morderse su propia cola.

 

Ahora tenemos las elecciones municipales, importantísimas en sí mismas pero teñidas por parte de la oposición por las ambiciones personales que atentan contra la «alianza perfecta», y por parte del oficialismo por «un showceo frivolón» que deja por fuera a los verdaderos líderes pensando sólo en la obtención de los votos. Sin embargo, este gesto delata en la acera roja que están clarísimos del verdadero significado de esos comicios: necesitan ratificar con números totales de votos oficialistas que son mayoría. Esto echaría por tierra las «sospechas» sobre la legitimidad de Maduro y en ridículo a Capriles al acudir a instancias internacionales.

 

Por eso, ante la pregunta sobre ¿qué hacer ahora? La respuesta (aunque muchos la consideren ingenua) es votar masivamente. El régimen pudo hacer trampa con los votos que no se emitieron y toda esa historia, pero no con los que fueron efectuados. Sí, hay que votar hasta el punto de superar los números obtenidos y así demostrar la verdad.

 

Luce difícil sobre todo porque falta liderazgo. Hay un agotamiento en todos. Dirigentes y pueblo. Eso se traduce en indiferencia, hastío y, por ende, en abstención. Peligro.

 

mariaisabelparraga@gmail.com

Por María Isabel Párraga

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