Lo advertimos al principio de la develación de espacios de negociación, que se han gestado desde inicios de 2015: el diálogo fracasará si no supera la etapa de la polarización y no se comprende que en Venezuela somos más de dos.
El centro fundamental del diálogo hoy no es el referendo revocatorio ni la libertad de los “presos políticos” (reconocidos por el gobierno al firmar “El pacto del Meliá”), que, aunque hechos necesarios, al final no representan la prioridad de la gente que clama por superar la escasez de alimentos y medicamentos y, sobre todo, que los salarios sirvan para poder vivir dignamente, cosa que no pasa desde hace ya algunos años.
Pero el diálogo que convoca la MUD es para salir de Maduro, y el del gobierno es para ganar tiempo para mantener a Maduro como sea, y por fuera queda la gente con sus padecimientos y su realidad concreta.
Un diálogo polarizado, y sostenido por un sistema electoral que mantiene dicha polarización de manera impuesta, no dejará de pasar factura tarde o temprano a una oposición que cada día más genera mayor desconfianza y se desprestigia con sus acciones, y un gobierno que ya no puede perder más popularidad porque la estructura rentista aún soporta 15% de piso para la dependencia y el clientelismo.
Hoy la gente vive un sistema de temor y de terror por la pérdida de las conquistas obtenidas, y el gobierno opera en el marco de la amenaza permanente, y en una política de desmontaje sistemático y solapado, que en próximos escritos iremos denunciando con elementos probatorios irrefutables, gracias a datos desarrollados por Visor 360 Consultores y su estudio más reciente. Mientras tanto, la oposición expresada en la MUD muestra con resignación la impotencia de no haber podido ser gobierno durante 18 años, extraviada y sin vocación de poder, que genera la absoluta desconfianza ganada después de haber obtenido el triunfo de diciembre de 2015, sin que eso se tradujera en algún cambio real.
Al final, será inevitable, o emerge una alternativa o la paren las fuerzas vivas en movilización y lucha, y esto podemos decir que está escrito en piedra, mientras el diálogo, tal como se ha manejado, incluyendo al Vaticano, a quien advertimos con tiempo sobre lo que pasaría, está escrito en arena.
Nicmer Evans
@NicmerEvans