El giro

En definitiva se trata de poder. Ya lograron tenerlo, ahora el norte es mantenerlo. Pero la ideología no basta y si con el Líder Supremo una sola palabra suya era suficiente para sanar la angustia colectiva por el mal gobierno, éste no da para tanto. Las consignas suenan huecas y el recuerdo de Chávez se desvanece entre la inflación, la escasez, la corrupción y por supuesto la inseguridad. Si ya dieron un giro, ¿por qué no lo dan completo?

 

Estamos a mitad de camino entre un modelo del cual no han logrado deslastrarse y otro que quiere surgir pero en el que la ortodoxia de la ideología asumida por su líder pesa en la conciencia de unos pocos. E insistimos, de unos pocos. La gran mayoría de los dirigentes más allá del cariño y admiración por el mentor de la revolución que sin duda le profesaron está el deseo de asumir sin complejos un país en el que ser rico no sea un pecado y vivir sin ambages ni dobles caras ese nuevo estatus que algunos han bautizado como «la boliburguesía».

 

Es así como estamos viviendo el gerundio de «virar» pero con una timidez y con tan poca claridad que sus efectos no se sienten con profundidad. Por ejemplo, se crea el Sicad y la intención de otorgar divisas pero solo las pueden recibir un grupito y, de paso, con denuncias según las cuales buena parte de las beneficiados serían empresas de maletín. Más de lo mismo.

 

Igualmente se dan reuniones con empresarios pero las resoluciones se postergan en el tiempo y como diría Juan Luis Guerra, la guagua de la producción aún va en reversa.

 

El gobierno de Maduro se debate entre permanecer totalmente fiel a las «líneas Chávez» o tomar por un camino diametralmente opuesto que aporte progreso y bienestar para todos. Quedarse a mitad de camino deshojando una margarita existencial entre el «ser o no ser puede ser nefasto». No se avanza. Tal cual estamos en este momento. Esa sensación de que «no pasa nada».

 

En diciembre si todo marcha según lo previsto vienen las elecciones municipales y más allá de la importancia de estas autoridades porque son las que determinan el futuro de nuestro entorno más cercano, está el inevitable escenario de medición de popularidad y aceptación del gobierno de Maduro. Si las elecciones fueran hoy ¿cómo saldría parada la que aún se autodenomina como revolución? ¿La gente que votó una y otra vez por su comandante tiene las mismas esperanzas en la gestión de Maduro y su combo?

 

Este gobierno está obligado a tener una buena gestión si quiere mantener el poder. Si no asume el «viraje» de manera definitiva con resultados claros en la calidad de vida del venezolano su futuro será incierto tanto como lo es ahora el de nosotros.

 

mariaisabelparraga@gmail.com

Por María Isabel Párraga

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