El esequibo y más

El esequibo y más

José Vicente Rangel: Quiero tocar en esta nota editorial dos temas.

Uno es el esequibo. Ya era tiempo que el Estado venezolano actuara para lograr la recuperación de un territorio que históricamente es venezolano, del cual fuimos despojados por el colonialismo y potencias imperiales. Tiempo de que el estado venezolano actuara en función de una rectificación, a todas luces justa, luego del acuerdo de Ginebra que constituyó un paso importante para la solución del diferendo en el marco del derecho internacional y la paz.

 

 

Ante el firme reclamo del gobierno del presidente Nicolás Maduro con motivo de la descarada violación por el gobierno guyanés de los términos del acuerdo de Ginebra, al permitir que la empresa petrolera Exxon Mobil iniciará la explotación en espacios marítimos en disputa, se produjo una reacción insolente del presidente de esa nación, David Granger. Ratificada ahora por éste y por su canciller, al rechazar el procedimiento del buen oficiante establecido en el acuerdo de Ginebra y plantear la vía inaceptable de la corte internacional de justicia. No porque Venezuela carezca de argumentos de peso, sino porque se trata de una burda maniobra para violar el acuerdo de Ginebra suscrito por ambas naciones.

 

 

Pero como dice el refrán, no hay bien que por mal no venga. La firmeza demostrada por el mandatario venezolano, la clara denuncia de lo sucedido y el desenmascaramiento de los fines que persigue el presidente Granger, muy ligado a la Exxon, sirvieron para motivar una respuesta nacional, orgánica, activa de los venezolanos, que incluye a importantes factores de la oposición e independientes. En otras palabras, que la provocación del gobierno guyanés sirvió para abrir caminos al diálogo nacional en función de los supremos intereses del país. El esequibo ha servido para que la mayoría de la nación cobre sentido de la importancia de encarar, unida, temas vitales.

 

 

*Otro tema que quiero abordar hoy tiene que ver con algo que me preocupa. Se trata del ambiente impregnado de pesimismo que sectores de la vida nacional estimulan sistemáticamente, casi a diario, con creciente intensidad y aprovechando cualquier circunstancia para hacerlo.

 

 

Es cierto que el país atraviesa por una situación compleja, similar a la que hemos vivido de otros momentos, que por lo demás se ha presentado en otras naciones. No pretendo con ésta afirmación desestimar lo delicado de la situación. Al contrario, hay que asumirla con decisión, con coraje, con audacia. Por eso me inquieta el mensaje desmoralizador, en el sentido de que Venezuela se desploma, que no hay salidas y que lo que queda es huir, irse a otra parte. A través de la historia los venezolanos hemos afrontado situaciones peores y las manejamos oponiendo al pesimismo, el optimismo, a la frustración, la fe en el futuro, a la desesperanza, la esperanza. Hoy día hay mucha gente que, a diferencia de otra, minoritaria, cree en el país y en los esfuerzos que muchos hacen para salir adelante. Esta es la conducta que terminará por imponerse. No tengo la menor duda y el tiempo lo confirmará

 

 

Fuente: Sincuento.com

 

 

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