En ningún momento de su larga y limpia trayectoria de hombre público, Antonio Ledezma ha propuesto salidas violentas que transgredan el orden constitucional. Esta aseveración bien puede corroborarse en sus muchas declaraciones, artículos de prensa, comunicados y manifiestos, donde jamás ha traspasado los límites de lo establecido en el marco de la legalidad al referirse a la grave crisis política, social y económica que atraviesa el país, a consecuencia de un gobierno nefasto y negligente que está causando verdaderos estragos en el pueblo.
El Documento para la Transición firmado por Antonio, conjuntamente con María Corina Machado y Leopoldo López, mal puede ser tildado de golpista, toda vez que desde su principio a fin, solo plantea fórmulas de solución pacíficas y democráticas a la espantosa crisis que acogota a los venezolanos.
Muy acertadamente el constitucionalista Asdrúbal Aguiar puso de manifiesto que este documento es un desafío para quienes han secuestrado el poder y nuestras libertades, porque es un decálogo de la democracia. Es un acto de fe en nuestras convicciones democráticas. Antonio Ledezma es la segunda autoridad nacional más importante y el pasado 19 de febrero el gobierno se burló de la soberanía popular y se puso de espaldas al estado de derecho.
El ejecutivo se convirtió en juez y parte, y además, se atenta contra la libertad de expresión, que es la columna vertebral de la democracia. Y la importancia de este documento radica en que se le han ofrecido a Venezuela las bases para luchar por la libertad y la democracia de manera pacífica y constitucional. Ese documento por el que lo acusan constituye solo un llamado a la democracia.
Nicolás Maduro y los altos jerarcas del régimen deberían recordar, o saber, que en julio de 1992, Hugo Chávez propuso una transición, la renuncia del presidente Pérez y la constitución de un gobierno de emergencia nacional.
El pasado martes, diversos sectores de la sociedad civil, así como también dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática, llevaron a cabo un acto en apoyo a Antonio Ledezma, en el cual además respaldaron el Acuerdo Nacional para la Transición. Acusar a mi esposo de conspirador no solo es un acto perverso, sino criminal. Todo el país lo tiene reconocido como un decidido luchador democrático. Aquellos que sí han conspirado contra las instituciones democráticas, son los que hoy detentan el poder. Los golpistas son aquellos que desde el gobierno violan reiteradamente la Constitución Nacional sin reparar en sus graves consecuencias.
El Cardenal Jorge Urosa Savino, quien también se unió a la protesta por la arbitraria y violenta detención de Antonio, se preguntó: lo acusan de conspiración. ¿Dónde están las pruebas?
Mitzy de Ledezma
