Una de las afirmaciones más famosas del comandante fallecido fue «La economía venezolana está blindada. Aquí no entra ni coquito». Soberbia aparte, estábamos en los tiempos de la crisis de Estados Unidos y, como era de esperarse, el coletazo también pegó duro por aquí. Esa visión de blindaje solo es válida en países como Cuba o Corea del Norte que en medio de la ruina no les puede pasar ya más nada peor.
Pero en Venezuela, a pesar de la montaña de billete que ha pagado ingresado por petróleo, la ruina llegó y con ganas de quedarse por bastante tiempo. Pues, sin ninguna duda, el finado dejó un país en estado de disimulo, quebrado y en problemas, pero a punta de propaganda y mucha plata botada en elecciones, disfrazado de bienestar. Falso bienestar. Salvo para el clan de enchufados, los militares de alta alcurnia y los corruptos de ayer y de hoy, el resto del país está pasando casi tanto trabajo como un colega súbdito de la Cuba de los Castro.
¿Cómo hacen en Cuba para comer? Importan alimentos con la plata que les regala Venezuela. Se calcula que Cuba invierte más o menos 2.000 millones de dólares cada año en compra de alimentos para que sus presos ideológicos medio coman. Venezuela, más grande y con más habitantes, gasta 60 mil millones en lo mismo. Unos 20 mil se quedan en los bolsillos de los ladrones, los mismos cubanos tracaleros, la camada de vivos revolucionarios y sus empresas de maletín. Un país que gasta cada año más de lo que le ingresa, sin entrar en mayores profundidades va directo al hueco. Eso es lo que está ocurriendo en la Venezuela que heredó Maduro y que le tocará administrar con los mismos hombres que provocaron la debacle y los mismos cubanos detrás del trono.
Cuba y Venezuela ya son un ente corporativo similar, del mismo alcance. La única diferencia, y eso por ahora, es el ingreso petrolero que se salva por los altos precios, pero que tampoco alcanza para saciar la voracidad del clan socialista y todos los países satélites que viven de Pdvsa. ¿Ambos ruinosos tienen suficiente producción agrícola? ¿Los dos países en la carraplana tienen una buena capacidad industrial? ¿Tienen las dos islas de la felicidad un fuerte sector exportador? ¿Cómo está la capacidad de generación de empleo de las dos naciones? ¿Y cómo les va a estos revolucionarios binacionales en materia de captación de inversiones? ¿Se sienten satisfechos los pobres socios socialistas en materia de libertades económicas? ¿Están listos tanto los Castro como los herederos del finado para ingresar a la lista de las naciones más desarrolladas en los próximos años a punta de controles, confiscaciones, corrupción, persecuciones y elecciones trucadas?
Mañana mismo.
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Por Elides Rojas